La barrera, la barricada más inmediata que tiene el ciudadano, y tal vez la más usada en general, es siempre «contener» una propuesta de apertura y de cambio -de cualquier tipo o nivel- con un «no» o con un «es imposible», siquiera antes de analizarla inclusive.

Ser creativo, audaz e innovador en la República Argentina es literalmente condenarse al ostracismo social, a la crítica despiadada, al abandono y al enclaustramiento de por vida como imbécil, loco o estúpido e iluso incurable. Ni vale la pena «escucharlo», ¡ para qué perder el «tiempo» !

Imagínate lector, lo que significó y aún significa tratar de proponer un cambio profundo social, individual, institucional, etc. desde hace tantos años y en un estado sostenido actual de embotamiento y conflicto generalizado.
 

Por supuesto que todos esos NO y esos Es Imposibles son parte de la «práctica» que genera las defensas físicas, intelectuales y existenciales que nos permiten «seguir en la huella», pero también dan la dimensión de la falta de capacidad de cambio que tiene, enferma, la sociedad argentina toda.

El acostumbramiento a la inercia involutiva, la sumisión al amansamiento y al servilismo, la falta de «chispa» para producir la «acción de vida», la búsqueda de maljustificaciones que «justifiquen» la caída de todo standard de vida, inclusive, la sumisión al crímen de allegados o al asesinato de conocidos se «exculpan» con el no y con el «para qué hacer algo... si es imposible cambiarlo».

Duro, muy duro, el espacio «vacío» en donde ha caído, después de la pobreza, la miseria humana argentina. Pero también es otra enfermedad social e individual muy fácil de superar, ya que es una actitud y conducta automática de fácil reversión. Simplemente ante todo DIGA SI. Diga Es Posible, Diga Hagámoslo, Diga Intentémoslo. Diga Voy a Participar. Diga Me Voy a levantar y Voy a Ir a ver de qué se trata.

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