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11 - CODIGOS DE LA
           EXTORSION PUBLICA

Un código es un lenguaje, un símbolo, un gesto o una palabra, o conjunto de todos ellos, que le permite a dos o más personas transferir información para que aquellas que están dentro del mismo canal de comunicación comprendan el mensaje transmitido.

Muchos de estos códigos, en general, son explícitos y comprensibles a todos los humanos: los números, las palabras y formas de un lenguaje común a un grupo de personas, la comunicación gestual -comunicación no verbal o kinesis- de una determinada cultura, etc.. Pero a su vez existen códigos "implícitos" y no visibles para la generalidad, son aquellos códigos que surgen de la interpretación del sujeto que los está interpretando.

Como todo elemento de la comunicación el código es afectado por varios otros elementos al ser transmitido: así si yo quiero dejarle un mensaje al jefe de la oficina diciendo que alguien importante lo ha llamado por teléfono puedo transmitir una infinidad de "distintas informaciones" sobre el mismo hecho: por ejemplo:

1- dejarle una nota en su escritorio "Llamó Fulano"

2- dejarle otra nota: "Llamó Fulano, le pedí el número y se negó a dármelo, diciendo que quién era Yo para pedírselo"

3- dejarle una nota: "Llamó Fulano, dijo que "es mejor que lo llame" porque sino...."

4- "Llamó Fulano y, después de contarme lo que sucedió con SU señora en la playa, me dijo que lo disculpe pero que nunca más va a volver a suceder." ¡ Estaba tan entusiasmado ! Se lo escuche en el timbre de la voz.

Y así el mismo hecho se puede repetir hasta el infinito.

Existe, entonces no solo el "medio o elemento" que soporta la información, el "canal" a través del cual se transmite esa información, los "sujetos" que están dentro del canal -emisor, receptor re-emisor, y receptor final, por ejemplo-, sino un sin número de "otros elementos" que intervienen y que son igualmente fundamentales para la "interpretación de la información, a saber:

1- la capacidad y el manejo que el emisor tiene de: el lenguaje que utiliza, la forma de interpretar la situación, saber y conocer a los sujetos a quienes transfiere y van a recibir esa información y fundamentalmente Cómo y Cuándo, o sea la oportunidad y el momento justo que corresponde, enviar la información.

2- la capacidad y el manejo que el receptor tiene de: su lenguaje y del lenguaje del emisor, el conocimiento que tiene del emisor y de "cómo y que tipo de información envía y de cuáles son sus "formas de interpretación" de los hechos y situaciones reales que "recibió" y de cómo las transfiere al "mensaje", y de cuándo son los "tiempos justos" en que el emisor le "pasa el mensaje", etc.

Ambos elementos de 1- y de 2- son de alto contenido de subjetividad y de un potencial y efectivo manejo informático y de la relación que se establece entre emisor y receptor.

Todos estos "ticks" subjetivos y muy personales que intervienen en la relación que las personas tienen entre sí para comunicarse son de un enorme y alto contenido de información de las relaciones entre los sujetos intervinientes en el sistema de comunicación.

Así por ejemplo, el hecho que se produzcan y "se acepte" en nuestro país que aquél ciudadano que va a pagar o a cobrar algo a una "institución" - hoy ya no solo son las públicas sino también las privadas- este obligado a hacer colas y esperas de la magnitud inaudita que sufrimos los argentinos, ES un hecho social de enorme significación y probablemente tema para libros enteros de interpretación psicológica y sociológica. Pero para resumirlo en pocas palabras: el amansamiento sistemático y todos los acontecimientos subsecuentes que venimos sufriendo como sociedad nos han llevado a asumir conductas y a aceptar determinados límites y "penetraciones a esos mismos límites" de anormal calibre entre "aquél ciudadano que está presentado frente al mostrador" y "aquél ciudadano que está detrás del mostrador", generando así una enormidad de "conductas sociales impuestas

desde la administración pública" que limitan y estrechan la libertad y la independencia del ciudadano argentino "cuando de la relación con la administración pública se trata". Esta, de las colas, es una de las más significativas actitudes y conductas impuestas por lo que llamo la Subcultura del Funcionario Público.

Ahora concentrémonos en lo que nos incumbe primordialmente, el poder judicial.

Toda esta situación de manejar códigos, tiempos y elementos "no visibles" en los sistemas de comunicación, hace que la gente que vive un "téte a téte" cotidiano haya instaurado con el tiempo "códigos implícitos" para diferenciarse y transmitirse mensajes entre sí, en los mismos tiempos y situaciones, en que se están transmitiendo otro tipo de mensajes, pero con los mismos sujetos en las mismas situaciones objetivas en que todos lo "están viviendo". Es decir, por ejemplo, si hay dos clientes en un estudio de abogados con dos profesionales independientes en consulta, por lo menos existen dos niveles de mensajes y de interpretación de "lo que pasa" en esa consulta:

1- lo que se habla e interpreta de lo que se está diciendo en palabras en castellano, etc.

2- lo que los abogados se insinúan entre sí, lo que se comunican entre sí -por conocerse y saberse cada cual como actúa y qué trata de transmitir "el otro" con una u otra actitud, etc.

Este segundo tipo de "plano de comunicación" es lo que se maneja fundamentalmente en el mercado del derecho de manera consciente y premeditada cuando "se trabaja al cliente". Y esos códigos funcionan y los aprenden los abogados, policías, secretarios, jueces, etc. desde sus primeras letras y por el resto de sus vidas y actividades profesionales.

Existe muchísima carga de significación y una enorme cantidad de "mensaje transmitido" cuando una persona que no es del "fuero" aprende a interpretar "esos códigos" particulares de la profesión del derecho. Lo importante e interesante del caso es que "no siendo de la profesión", casi nadie va a avalar el aprendizaje ni la interpretación "off the record", que el "outsider" produce.

En mi caso particular ir aprendiendo el significado de "algunos silencios" distintos a los momentos naturales de silencios que se producían cuando estábamos reunidos, o "el salto que muchos hombres y mujeres producían" cuando yo denunciaba o "corregía" conductas o actitudes de "otros profesionales" encubriéndolos, etc. hizo que en el término de 5 años de "tener forzosamente que estar enfrentado" con el poder judicial, haya aprendido literalmente un "nuevo mundo" por debajo del mundo de las relaciones que todo el resto de los argentinos naturalmente vivimos cuando nos contactamos.

Afortunadamente para nosotros, muy desafortunadamente para los hombres y mujeres del poder judicial, la "práctica" mía de estar desde siempre conectado y en contacto con muy distintas y muchos culturas y civilizaciones del mundo, en especial en los últimos años con los japoneses, maestros junto a los chinos, en el arte de la "insinuación", me ha permitido "leerles" podría decir, sin error de interpretación alguna, la mayoría, por no decir todos, estos mensajes encubiertos que se transmite.

Por un lado es "maravilloso" sentarse a una mesa de negociaciones y leer, como el director de orquestas, "un pentagrama múltiple", pero por el otro lado ir comparando las diferencias de verdades-mentiras que manejan esos pentagramas jurídicos enerva cualquier sangre y cansa cualquier consciencia mínimamente decente.

Este conjunto de elementos de cualquier tipo le permite al Delincuente Judicial y Político comunicarse o comunicar una determinada intención de acción, de pensamiento o de ubicación espacial a otro delincuente, como lo dije anteriormente.

Se va creando de a poco "pero muy rápidamente" el marco de referencia necesario para encuadrarse y producir el delito.

Y algunos de los "puntos claves" que el ciudadano argentino debe siempre focalizar es el Cuándo, el Cómo y el Dónde, el con Quiénes y el Para Qué el hombre y mujer del derecho trabaja y cambio los tiempos y momentos del silencio, de cubrir y proteger o de "mandar al frente" a un semejante o a un par.

El ciudadano que requiere del servicio de justicia tiene que aprender a manejar cuáles son "sus propios tiempos reales de necesidad de justicia", tiempos que por otro lado son o deberían ser los "tiempos naturales para darnos justicia" y compararlos con los "tiempos reales y perentorios" que la justicia le dá para concluir una o varias acciones, pero que en definitiva son para producir en el necesitado, una sutil o una burda extorsión judicial para sacarle el mayor provecho financiero, a largo o a corto plazo.

Es fundamental que el ciudadano lleve un tiempo total y acumulado desde el momento en que "surgió el problema" hasta el momento de la "sentencia judicial definitiva" que terminó con las idas y venidas judiciales y con los pagos y cobros al Mercado del Conflicto, en todo concepto.

Otra de las protecciones y defensas que una persona que requiere del servicio de justicia tiene es comprender que "la norma que le interpreta", hoy para bien mañana para mal, hoy a favor mañana en contra, hoy como perentoria mañana como "sin importancia", etc. están hechas adrede y son parte de esa "complejidad de la norma" que genera el sistema político-institucional y que se exterioriza con una Elefantiasis Jurídico-legal que "justifica" que exista un universo impresionante de "abogados" transformándose en la profesión que más sujetos tiene en el país.

La explosión de y de re-colocación de los "soldados del derecho" en las distintas funciones y actividades públicas y privadas, como "sujetos y profesionales imprescindibles" para realizar cualquier movimiento humano dentro de una sociedad de humanos, es uno de los enormes problemas que debemos solucionar "antes que explote este tipo de relación socio-institucional" y los pedazos de una profesión "necesaria" pero "NO" imprescindible en las relaciones humanas se esparsan por el universo dejándonos al resto de los humanos perplejos y "obligados" a juntarlos en bien de la sociedad mundial.

El cambio de procedimientos y justificaciones, al igual que la compulsión a cumplir plazos y condiciones necesarias que caducan instancias y derechos, como la falta y tergiversación de información y datos son genéricamente cosas que el "buscador de justicia" debe día a día calibrar en esta jungla del "derecho argentino". Pero lo más importante, y fundamental, que cada uno de nosotros, buscando o no justicia, siendo o no parte de un problema o conflicto judicial, en fin, de cada argentino que mínimamente se sienta parte de un grupo social común y/o de un país, es calibrar permanentemente, repito, permanentemente en cada persona conocida que "ejerza la profesión del derecho en cualquiera de sus áreas" el nivel de mentira, el nivel de engaño, el nivel de hipocresía y el nivel de exceso y abuso que "un semejante" hace de su posición y calidad profesional cuando se relaciona con "un común" como cualquiera de nosotros.

Estos enormes desfazaje en las relaciones entre los particulares y los profesionales se "corrigen" o se "establecen y fijan como malformaciones" por la acumulación de actitudes y conductas individuales que se van "agregando" hasta transformarse en una actitud y conducta socialmente aceptada o "resignada" por parte del conjunto, y deben ser transformadas desde "lo particular e individual".

Esta distorsión premeditada y alevosa, pero legalizada en la norma jurídica, de las posibilidades de decisión en un sentido o en otro, y marco de manejo de las relaciones que la función pública toda tiene con el ciudadano argentino tiene un solo nombre y nació del análisis profundo, dramático y profesional que Victor Frenkl hizo de las condiciones de "relación humana, de valores e institucional" en los campos de concentración nazis: este concepto de la ruptura de patrones de relación en los tiempos, en las actitudes y en los valores de todo tipo en las relaciones humanas se llama: Existencia Provisional. Los argentinos fuimos arrastrados a una evidente e inaudita, por no decir criminal, existencia provisional cuando de la vida en un estado de derecho se trata.

Este estado provisional de existencia al que hemos sido arrastrados es culpa grave de todos y cada uno de los funcionarios públicos, judiciales, legislativos y ejecutivos que desde "su política" han tergiversado los patrones naturales del derecho "corrompiendo" los medios y los fines de nuestros sistemas públicos y hasta privados.

Una mentira de un abogado en su relación con el vecino debe ser considerada una enorme mentira, porque el trabajo del abogado es darnos verdad.

Un pequeño desliz ético-moral de un juez, debe ser considerado como una enorme falla en su carácter y condición, y debe ser tratado como tal.

Y un inicio para corregir esos "pequeños" y aparentes e insignificantes deslices es que el particular maneje y aprenda a usar "con todos ellos" las formas, los momentos y los modos en que utiliza los honoríficos. El honorífico es útil "de forma", es decir cuando una persona tiene que "formalizarse" dentro de una situación procesal determinada en cualquier área de la actividad humana", pero ese honorífico transferido a "todas las relaciones" y abusado en todas las situaciones humanas que tiene el sujeto que lo sustenta en "una", es decir llevar el honorífico de una actividad particular a "generalizarlo" en todos los órdenes de la vida del individuo lo que hace es "deformar" la relación natural entre las personas, generando una discriminación, segregación y estratificación artificial de lo humano que desde ningún punto de vista puede aceptarse, básicamente porque distorsiona de tal manera los "roles" sociales al punto de destruir profundamente sus relaciones y naturales funciones concretas.

Códigos de comunicación entre los EFEPES son lo que los ciudadanos debemos descubrir y aprender a "leer", así la corrupción de sus formas surgen a la luz, aprendidas e interpretadas por todos.

Sacar de lo profundo de sus "diálogos implícitos" que les permite delinquir para protegerse y conseguir la justicia que todo ciudadano se merece.

El ciudadano, conociendo ya la esencia de estos sujetos, no tiene porque respetar sus tiempos ni sus procedimientos, el ciudadano y todo grupo ciudadano no debe esperar milagros, debe actuar prestamente y corregir las malformaciones morales y éticas que, de no ser así, se le siguen imponiendo. Imposición que lo hace y nos hace a todos únicos, repito, únicos receptores y damnificados de todo tipo de violencia, perjuicio y daño moral y material.

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