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MECANICA DE UN PODER CORROMPIDO
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LA LEY DE HIERRO DEL
FUNCIONARIO PUBLICOUno para Todos y Todos para Uno ó de Todos para Uno y de Uno para Todos no existe principio más fascista, verticalista, antidemocrático y subyugador de las libres voluntades humanas que esta premisa la-mentable que es la estructura y la coraza de protección de nuestro esquema institucional todo: nacional, provincial y municipal. Con el agravante de que carece de todo y cualquier principio y valor.
Podríamos comprometernos con esas palabras si existiera un código de valores, como en lógias o grupos de personas que se comprometen en objetivos varios o en patrones de vida, pero el Uno para Todos y el Todos para Uno de la función pública es, y en especial en el Poder Judicial, un atentado liso y llano contra la integridad y la vida de todos y de cada uno de los ciudadanos argentinos, y a favor de la desintegración total de cada uno de los sistemas sociales, políticos y económicos del país.
Solo hace falta mirar alrededor para comprender lo catastrófico de esta premisa maldita que se aplica con conocimiento perfecto de cuáles son sus causas y de en dónde y qué efectos y resultados produce en la sociedad y en todo el país.
Existen en muchos de los reglamentos internos de reparticiones e instituciones públicas conceptos aproximados como que "está explícitamente prohibido denunciar hacia el exterior cualquier hecho delictivo conocido por un funcionario de esta repartición que involucre a miembros de la misma o a la repartición misma". ¿?
Cosas y "reglamentaciones internas" que están fuera de toda proporción decente y civilizada. Esto sin considerar el "vacío" y la "persecución" sistemática que se produce contra el empleado que "descubre" o "intenta" o "insinúa" siquiera pensar o abrir la boca para cuestionar un hecho de cualquier tipo delictivo, o aparentemente comprometido con valores morales y éticos.
Desde la Corte Suprema de la Nación, hasta el mostrador de cualquier municipalidad, hemos recibido denuncias en la Liga contra la Corrupción y el Maltrato Público de persecuciones, amenazas, incendios, expulsiones, intentos de asesinato y cuanta inmundicia delictiva se le pueda a uno ocurrir contra empleados que inclusive "solo pasaron y vieron" sin querer, movimientos o cosas anormales, sin entrar en gente que denuncia cosas como " fuí yo mismo el que les llevó a los camaristas el portafolio con toda la guita" .
Por eso hablar de que "estamos viviendo en democracia" y que ahora estamos en "otros tiempos" hace, cuando escuchamos a estos pobres y atemo-rizados ciudadanos que juntan sus "cojones por haber llegado a asquearse de tal manera y haber colmado un nivel de cansancio absoluto y total" vienen... y nos cuentan cosas que no dejan de erizarnos días a días los pelos una y otra vez, pensamos ¿ qué democracia ? ¿ qué estado de derecho ?
Estos elementos no producen mejor efecto y consecuencia que lo que sintetizan ellos mismos en el término exacto Aparatamiento.
Cuando se establece el Uno para todos y Todos para Uno significa que si la persona es "sola" y se entrega al grupo éste lo va a proteger y a apañar, lo va a cuidar y encubrir en todo lo que haga. Este caso del Uno para todos, entonces, Todos para Uno es el más frecuente. Pero también está el otro lado de la misma premisa, el de Todos para Uno y de, entonces, Uno para Todos. Explícitamente es el caso más evidente y visible con el actual presidente de la nación.
En esta situación se conforma un grupo que se entrega a alguien en cuerpo y alma, este alguien se asume en posiciones de poder en todas las áreas en que se le va entregando el control, cada uno del Todos, y al asumirse en centro de poder total "se debe" incondicionalmente al grupo, transformándose en el Uno para Todos.
Esta premisa o ley fundamental del funcionario público se fue constituyendo con los años, se fue armando con manejos implícitos de relación, fue decantando de la apatía y desídia y falta de idoneidad de la gran mayoría de cuidadanos que entraban en el servicio público, o capaces pero que se fueron dando cuenta que no podían contra "el sistema" cuando trataban de imponer el cambio, y que de una u otra manera fueron dejando el devenir y el funcionamiento de los sistemas públicos en manos de los manejos políticos y de las pasiones de aquellos que trenzaban, complotaban y que dirigían las decisiones no desde lo operativo del área pública en cuestión y de la necesidad del ciudadano o del empleado público que "creía estar sirviendo al ciudadano" sino de los intereses creados en grupos "suprainstitucionales" que respondían a las elites políticas de los partidos políticos en cuestión.
En este Todos para Uno... se fue constituyendo la actual dicotomía destructiva nacional, por un lado el funcionario público -con todos sus derechos, prerrogativas, caprichos y distorsiones- por otro el contribuyente -con un solo y coercitivo camino a seguir en la relación con la función pública: primero pague, después... -
Esta destrucción de quién es importante en la relación, de qué es lo fundamental para la existencia natural de la relación y de cómo se proyecta el futuro de la relación entre el real soberano -el ciudadano- y el impostor o usurpador -el EFEPE- nos lleva a una sola conclusión, hoy por hoy, y seguramente por mucho tiempo más, el funcionario público es incuestionable e indubitablemente el Enemigo Público Número UNO del ciudadano argentino -el soberano nacional- asúmase éste como contribuyente compulsivo e ignorante de qué es lo que realmente se cuece o de a dónde va realmente "su aporte financiero" al estado nacional, provincial y municipal deforme y extorsivo; o sea el soberano, por otro lado, y la gran mayoría de la ciudadanía, un NO contribuyente consciente y radical a este abuso y descalabro público general.
El haber polarizado la relación entre lo privado y lo público, entre el que realmente gana y aporta al sostenimiento de un estado jurídico nacional, y que es consecuencia directa del enclaustramiento y la "depuración de elementos humanos indeseables" - léanse los ciudadanos responsables de la función pública que en algún momento quisieron cambiar el estado de delincuencia generalizada, etc.- es sin dudas el funcionario público político, aquél político que se hace con el cargo público y después desvirtúa, desfigura, de una y mil maneras el para qué está constituído el cargo que ocupa. Saca la función del servicio público y la pone en "función" de la maquinaria política.
Ya he escrito que la radicalización de La Ley de Hierro del Funcionario Público encuentra su máxima expresión en el Poder Judicial, los motivos de esto son varios, entre ellos: la permanencia del agente judicial de por vida en la función judicial, la constitución de sus miembros en una estructura de "logia" llamada "la familia judicial", la discriminación que se produce entre aquellos que pertenecen a la familia "nos-otros" y aquellos que son "los-otros", el manejo de lenguaje y términos técnicos -jurídico- que van cayendo con el tiempo en los "códigos" implícitos a los que ya nos hemos referido, entre muchísimos otros motivos. Todo ésto nos lleva directamente al Aparatamiento.