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La palabra, este don divino

1- En el principio creó D’s los cielos y la tierra. 24- Luego dijo D’s: produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 26- Entonces dijo D’s: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27- Y creo D’s al hombre a su imagen, a imagen de D’s lo creó: varón y hembra los creó. ...
Y la Biblia no habla sobre el sonido que D’s le dio tanto a bestia como a hombres. Ni diferenció los distintos sonidos que ayudaron a bestia con bestia a comunicarse, ni tampoco enseñó, salvo el castigo de Babel, sobre la bendición que otorgó al Hombre al darle... LA PALABRA.
El sonido primero se siente como vibración en el útero de la madre. El feto sensa sonido sin sistema de audio ni reproductor, percibe sensación vibratoria acuosa, lánguida, reverberante dentro de un ambiente oscuro, muy oscuro. Y se cumple lo que D’s ordenó: la gestación de la bestia por la bestia y del Hombre por el Hombre. Y éste, mujer o varón, nace al mundo exterior, al mundo del color, al mundo de la diferencia, del uno y del otro, del uno y del muchos. Y el ser nacido no entiende, mucho menos comprende. Pero el Ser ya Es, por gracia divina, pero quiere ser por motu proprio. Y el Ser, tanto bestia como Hombre, encuentra en su semejante el entorno para ser, y tanto bestia como Hombre descubren en esa lejana reverberancia uterina, hoy clara, definida e individualizable, el vehículo y el nexo para comulgar en mismos términos con “su semejante”.
Y la bestia es UNA con sus semejantes a través de un código de sonidos, código que “habla” de que la bestia ES, de lo que la bestia quiere, toma y sufre.
Pero el Hombre, ¡ay! este Hombre es más agraciado... y más ambicioso. El ser humano no toma el sonido sólo para Ser uno más de sus semejantes. Sí, en principio éste es su primer paso, pero el niño descubre que hay relación entre sonido y objeto, entre sonido y deseo, entre sonido y necesidad. Y descubre fundamentalmente que puede chupar, absorber, hacer suyo propio ese mundo exterior simplemente conociendo su reproducción sonora.
Y nace así LA GRAN DIFERENCIA entre bestia y Hombre: La Razón. Y la bestia se adapta al mundo, a su existir en situación a y en conformidad con. Pero cada hombre, usando su propia palabra crea distintos mundos y distintos pueblos. Con la palabra estructura la razón y con ésta justifica su acción. Y hace de Su Mundo Interior como que es El Mundo Uno y Unico, y hace de Su Pueblo Interior como que es El Pueblo Uno y Unico.
El Hombre por la razón, invierte la ecuación: y lo que fue Bendición Divina, hombre y mujer lo transforman en Maldición Terrenal. Y el hombre vuelve a ser bestia simplemente por una chanza existencial.
Mauricio J. Yattah

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