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¡ EXTRANJEROS !
¿No comprendéis como la Argentina puede
ser como es?
Pues, os voy a explicar... En un mundo, el vuestro... y el nuestro, en
donde la realidad entre dos o más personas que se proyectan a lo social es registrada,
asentada, formalizada por escrito, nosotros, los argentinos...saltamos estas nimiedades.
Registrar, nosotros... ¿ para qué ?
El registro es generalmente prueba contundente, muy especialmente en el caso de
“irregularidades”, es decir: de cosas que se hacen pero que no deberían
hacerse, y que -por supuesto- nadie más que tú y yo debemos saber que se hacen. Este
vocablo irregularidades traducido a lenguas donde esta tiene patas cortas, en donde se
sabe y se pena por el daño que produce en lo social, en la civilidad, se nombra
irregularity, irregularite, unreglelmassigkeit, irregolarita, y también tiene su peso en
el griego, en el ruso, en el chino, en el japonés, hindú, etc.
Y en muchos de estos lados en donde se produce se castiga. Pero en estas regiones del
mundo donde se nombra de distintas maneras, y muchas más, el castigo principal es
“la propia e individual vergüenza social”. Esta no es un castigo en los
términos de post actitud respecto al hecho consumado, sino que es algo que se enseña, se
transmite de generación en generación, y es algo que las generaciones vivas atesoran
como nexo de tradición, de identidad, de saberse protegidos y a la vez potenciados por
este límite en la relación de y para con sus semejantes, en especial si es un vecino,
alguien que vive en el mismo barrio, pueblo, ciudad, país, región.
Pero dejemos de lado la vergüenza social, que los argentinos no tenemos, porque los
argentinos no penamos, en especial porque los argentinos somos (en mayúsculas) LIBRES DE
LIBERTAD ABSOLUTA,(¡¿?!) y vivimos así: sin preocuparnos más que por nuestro propio
engorde, con un bife de chorizo bajo el brazo, y, eso sí, penando, penando y penando por
las desgracias que sufrimos: por culpa del de arriba. Pero lo que os prometí explicar
pasa más por La Prueba que Nunca se Sustancia, que nunca queda registrada, y como tampoco
hay control administrativo-contable que balancee las cuentas, o confirme las tendencias,
todo es un: ¡ viva la pepa ! Os acordáis, habéis estudiado aquel descalabro económico
del ‘29 en los EE.UU. en donde la confianza social se destrozó respecto a los
trabajos de auditoría y de los registros contables de empresas y de la función
pública,¿ os acordáis ? Bueno, ese tremendo patatús que puso de pie a toda una
sociedad, y que indignó a los muchos más en contra de los pocos menos, es lo que
nosotros los argentinos fuimos puliendo poco a poco, cachito a cachito, aquí y allí,
unos un poquito más otros un poquito menos.
¡ Si extranjeros ! todos los argentinos, nosotros, los que inventamos el dulce de leche
(¿?), los que inventamos el colectivo (¿?) los mismos que vinimos a hacer la América,
sin hacer porque América es tan grande y rica que ella puede hacer por todos nosotros, al
igual que América hizo por los adelantados de España y Portugal, llenando por 300 años
las arcas de fortunas de los Adelantados, nosotros, extranjeros, somos descendientes,
directos y por supuesto más avispados que esos adelantados. Nosotros, si nosotros,
tuitos, armamos algo mucho mejor para convivir entre nos, sin cracks, sin escándalos, sin
romper con las perfectas estructuras colonialistas que sutilmente nos habéis dejado.
Ahora me pregunto, ¿ podréis vosotros comprender ? ¿podréis vosotros tomar conciencia
y extrapolar lo que algunos de vosotros hacéis, pero generalizado a toda una sociedad, a
todo un continente ? Si no comprendes mis palabras, sin no interpretáis mis ideas, si no
sois capaces de encadenar mis pensamientos respecto a lo que es y a lo que debería ser,
os invito a convivirlo. Vamos a los hechos simples de todos los días: -
Vosotros vais al cine ? Pues bien, en nuestra bendita Argentina, tan grande como a Rubén
Darío le gustaba nombrarla, uno se para frente a la ventanilla del boletero y ... ¡ O
Casualidad ! las mejores filas de butacas están tomadas (como extensión os digo que
nuestro sistema de precios es muy justo a nivel social: todas las butacas cuestan el mismo
precio), pero he aquí que hay algunos argentinos que quieren, y puede, estar entre sus
más especiales argentinos, y le solicitan al boletero un par de entradas al
cinematógrafo de aquellas de 2.000 (ah! el precio único y socialmente justo para el
público es de 1.000). Eso es justicia e igualdad social, que los políticos pregonan por
estos lares, con más un rédito al boletero por ser tan vivo, tan argentino.
Extranjero, con vergüenza a mis cuarenta me confieso ante vosotros como habiendo
aprendido y aplicado tal triquiñuela. No más, nunca más, os prometo. Otro ejemplo os
daré, ejemplo del cual fui orejas sin querer ser indiscreto, tan solo por aproximación
casual. Os aclaro, extranjeros, que no denuncio, solo explico...
La trama, tan común entre nos, se desarrolla en un restaurante de cinco tenedores (para
los de vosotros que no sabéis de comer bien, muy bien y tan caro, como hoy pasa con la
mayoría de nosotros: cinco tenedores es comida de lo mejor, en un lugar de lo mejor, con
un servicio de lo mejor y, por supuesto, con gente como nos: de lo mejor).
Hay cuatro personas disfrutando de un suculento almuerzo, dos de ellos gente de trabajo,
gente de una empresa muy muy grande, que se estableció en el país hace tantísimos años
(porque confiaron en nosotros, en nuestro sistema, en nuestro orden o desorden social,
económico, político: pero por supuesto que vinieron a poner capital para captar
capital). Estas dos personas, empresarios de tantísimo poder, de tantísimas inquietudes
y capacidades, gente que vive en un mundo de desarrollo, en un mundo de creatividad, en un
mundo que no conoce de fronteras políticas, dos personas que como responsables del
bienestar de otras miles de personas a quienes dan trabajo y sustento diario y con él
llenan de expectativas de una mejor vida, repito, estas dos personas viven del hacer, del
hacer mejor y viven de su trabajo y del de los suyos.
Viven del orden y de la organización y viven de Los Papeles que justifican su
acción.¿Os parece que los justifico ? Si... Si... Si... los justifico, los comprendo,
los participo y los apoyo.¿Por qué ? Simplemente porque son herederos y versión moderna
de Marco Polo, de los temerarios Fenicios, de los Venecianos, de las carabelas con sedas y
especias que conectaron una región con otra región y a un pueblo con otro pueblo, e
hicieron de este Un Mundo Un Pueblo, aunque aún falte mucho. ¿Comprendéis vosotros la
importancia social del panadero, que madruga para dar a sus vecinos pan calentito para que
tenga éste un feliz despertar ? ¿Comprendéis vosotros la importancia social de aquel
que lleva en carro las mercaderías del campo a la ciudad para que las gentes encuentren
frutas, verduras, leche y mil mercaderías para su sustento y buen vivir, así por así, a
la vuelta de sus casas ? Comprendéis vosotros la importancia y el beneficio social que
implica que un hombre o una mujer de trabajo con sacrificio cotidiano, con madrugadas
frías y noches interminables en desvelo, con ilusiones de superación para sí y los
suyos, y con orden y fundamentalmente conducta, mucha conducta piensa y decide:¡Voy a
independizarme !. -¡Voy a luchar con lo mío por lo mío ! - ¡Voy a competir contra el
resto para darle mejor y más barato al resto ! y tantas otras cosas...
¿ Comprendéis vosotros, extranjeros, ésto del sentido común que hace de este mundo
algo eternamente con problemas pero, maravilloso de vivir, de existir, de modificar?... ¿
comprendéis vosotros, extranjeros ? Si, estoy seguro que comprenden que el panadero, el
carnicero, el comerciante, el industrial, el peón de campo y el hacendado, y todos los
otros son todos vosotros, somos: todos nosotros. Es algo que cae de maduro.. ¿ o no ?
Pues de estas cuatro personas que comen su suculento almuerzo en este restaurante de la
CITY de cinco tenedores, estas dos que acabo de describir y encuadrar son “los
villanos” de esta trama de lo que os estoy explicando. Estos hombres y mujeres de
temprano madrugar, de producción e industria con sacrificios cotidianos, de siembra y
espera para cosechar el fruto de lo que la naturaleza otorga, o del servicio pronto a
domicilio son: Ja Ja Ja (perdón mi carcajada) los culpables de “EL DESASTRE
ARGENTINO”
Desastre he dicho D’s me libre de tanta incomprensión ... ¿ De qué desastre me
estáis hablando ? ¿ No véis la Riqueza Argentina ? ¿No véis como vive el argentino ?
¿ No comprenden ustedes extranjeros, los que son allende nuestras fronteras lo que
Construimos en casa, aquí en Nuestra Argentina ? ¡ Qué he dicho ! ¡Qué he registrado
! ¿Yo diciendo el desastre argentino ? Me da escalofríos pensar y escribir algo tan poco
cercano a la “realidad”; ¿Comprendéis vosotros, extranjeros ? ¡Ah! os he
cogido (agarrado para otros) en una trama macabra, en una realidad que véis pero no
llegáis a interpretar, que como extranjeros no llegáis a comprender. Os explicare en
contadas palabras: EL ASUNTO ES: PASAR LA RIQUEZA DE MANO SIN QUE NADA QUEDE REGISTRADO
Bueno, los otros dos señores, de la mesa de nuestro fino restaurante, son o fueron,
funcionarios degeístas (por favor no piensen que os estoy identificando el cáncer
social).
La Cuestión Argentina no es patrimonio ni culpa de unos pocos, sino tesoro de todos.
Estos otros dos señores trabajan para lo que es un orden social, una institución cuya
función es sacarle a los que exteriorizan algún tipo de riqueza (tu sabes: a través de
la renta, a través de la propiedad o a través del gasto) para darle antes que nada, a
ellos mismos (recuerda que sin institución, sin organización no hay función y sin
función no se cumplen los objetivos sociales planteados por “los sociales”) y
si sobra, extranjero, el resto va a distribuirse entre los que REALMENTE LO NECESITAN.
¿ Comprendes extranjero ? Primero hay que mantener viva a la institución, y si sobra
vamos a distribuir. Primero mantengamos vivo al organismo después, si sobra, cumplamos
con el objetivo para el cual la institución fue creada. Bien has leido: estos señores
trabajan para un organismo público, bien has leido, estos señores cumplen con un
servicio público, ellos son la autoridad, son los que autorizan, sellan y firman para que
todo quede Registrado Perfectamente, como que es “legal”, como que está todo
“dentro de la ley”, pero extranjero vos debéis comprender que, aún siendo
colonia, somos cultos (aunque nuestro sistema educativo lo hayamos transformado en algo
“socialmente injusto”, recuerda lo que os conté del cinematógrafo y del
boletero) y somos civilizados (como vosotros, igualito a vosotros. ¿ O no somos vuestra
descendencia?).
Y además de cultos y civilizados mantenemos sin tacha, solo aumentando con más leyes y
resoluciones, con más reglamentos y restricciones, todo lo que vosotros tan sutil y
prolijamente nos habéis legado. Malo (para cambiar la voz de bueno), estos señores
tra—ban y bajan la moral, los principios éticos, la confianza depositada en ellos
para cumplir con el mandato del pueblo todo, aquellos que producen, dan servicio,
cultivan, enseñan, en definitiva El Público Todo.
Y como hicieron esto ante mis propias orejas, como os dije, negociaron un tanto sin
papeles, como dije prueba contundente, por otro tanto de “papeles en regla, de
papeles legalizados. Porque ellos tienen EL PODER de legalizar. Extranjero, nuevamente, yo
no denuncio, solo os explico para que comprendáis lo que le pasa a todo un pueblo, que es
supuestamente, parte de vuestro propio pueblo y que vive en un mundo común, pero
circundado por fronteras de ignorancia, impotencia e incomprensión por haber perdido su
identidad y su razón de SER.
¡ Ay ! extranjero, el ejemplo del cine y del restaurante son solo dos puntas de una
enorme madeja que lleva décadas enmarañándose y de la cual todos somos culpables y que
ya hoy sabemos e identificamos a quienes son los responsables. Comprende que yo en igual
situación que los empresarios hubiera actuado de la misma manera, comprenden que en la
ley de la selva, pero pregonando un estado de derecho, que es realidad fáctica en y para
ustedes, pero una ilusión de querer pero no poder para nosotros, el término
Supervivencia de hoy por hoy, para mí y los míos, es de soberbia importancia Yo confieso
extranjero que es el camino que hubiera seguido porque es el camino que he aprendido y es
en esta pobre argentina el camino de la supervivencia. Pero no más nunca más, os
prometo.
Pero no os digo Nunca Más sabiendo que existe una futura excusa y salida de lo cual
asirme y justificar mi libertad y falta de cumplimiento si llego a faltar a mi promesa.
Digo nunca más porque quiero ver para mis hijos y los hijos de mis vecinos una Argentina
integrada al mundo que gira, que late, que vibra. Quiero vivir en y con un pueblo que sea
parte Del Pueblo todo que lleva muy alto su calidad de ser humano con-viviendo con normas
‘éticas y principios morales y no sobre-viviendo de la coima, de la mezquindad, de
la codicia, de la envidia, de la mentira y del engaño.
Comprende extranjero, comprendan extranjeros, ya algo más parte de los nuestros, que hay
demasiada ley que cumplir, hay demasiada restricción y demasiada gente que interpreta
esta maraña ininterpretable aún por ellos mismos, pero ellos los que están en la
función pública son los Legales, porque hacen papeles, que justifican a otros papeles
que dan razón y certifican LA VERDAD Y LA REALIDAD de los hechos aunque ésta no sea ni
LA VERDAD NI LA REALIDAD de nuestras existencias. Comprendan extranjeros: La Argentina
vive compungida por papeles que hay que hacer, para mantener a la institución, que
justifica el orden y la justicia social, pero que sobrevive de una realidad sin papeles
que, de existir, sería prueba contundente e irrefutable de nuestro pecado cotidiano.
Mauricio J. Yattah