Manual del
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Mauricio Jorge Yattah, Argentina, Un Mundo Un Pueblo, Latinoamerica, web1x1.org
Enfermedades, estados y síntomas sociales e individuales
producidos
por el manejo institucional público sobre el ciudadano
Vamos a presentar en términos generales lo que sabemos que producen las «políticas y los comportamientos públicos» en la ciudadanía.
Cuando a las compulsas normales de «poder» entre facciones de cualquier tipo, en donde deberían existir reglas claras de convivencia y diálogo, se las sustituye por elementos espúreos y «ocultos» que producen niveles de presión, extorsión y hasta de amenaza y chantaje sobre determinados miembros o instituciones que conforman «la mesa del diálogo, de la concertación o de cualquier tipo de negociación» surgen, naturalmente sentimientos y «enfermedades» de los violentados y agredidos que, si no rompen las relaciones, generan disfunciones internas en las personas que las sufren, como son los sentimientos negativos, de revancha o rechazo hacia aquellas personas, sistemas o instituciones que se impusieron «por la fuerza» a una resolución natural de una relación justa, ecuánime y equilibrada.
Toda relación debe necesariamente incorporar «al otro» en «un todo» que va a negociar mejores condiciones para resolver sus problemas de necesidad. Cuando en la relación una parte «apabulla» a la otra las diferencias, aunque no surgen en las negociaciones y resultados inmediatos, se acumulan en términos de «sentimientos heridos» en aquellos que perdieron con «amplia desventaja», así sucede con la imposición del Estado omnipotente, omnisciente y déspota -mucho más cuando el Estado es utilizado por grupos de interés nacionales y extranjeros y por facciones políticas o de funcionarios públicos o económicos en su propio y particular provecho- en contra del «ciudadano» que generalmente está solo, o estando en grupo, no tiene ni la coordinación ni los elementos casi infinitos que corresponden a un Estado Nacional, Provincial o Municipal.
Entonces, el solo hecho del «poder de imperio» de un Estado hace una enorme diferencia de extorsión y abuso sobre el ciudadano que debe, o debe, aceptar las condiciones de dicha imposición; aumentada exponencialmente cuando «el poder de imperio» está absolutamente corrompido por todas las formas de corrupción que mencionamos anteriormente.
La relación Gobierno-Ciudadano con el tiempo y con el abuso transforma al sujeto pasivo -el ciudadano- en un enfermo psíquico, primero, y físico después. Este tema de qué enfermedades, estados y síntomas tiene el Soberano Argentino es lo que vamos a tratar aquí.
Como primer punto debemos considerar que el ciudadano está
DISCAPACITADO.NO Escucha, porque no puede ser que teniendo a personas y medios que una y un millón de veces y durante tantos años le advierte lo que
pasa con la corrupción, con la delincuencia, con lo mal que está esto o lo otro, sigue «sorprendiéndose» cuando las cosas pasan de la manera que cientos de estas personas, desde la historia, desde el estudio o desde cualquier otro lado del conocimiento humano les advirtieron que iba a pasar a través de la radio, de charlas, de conferencias y de otro tipo de registro auditivo y con todo tipo de lenguajes y ejemplos.
El ciudadano está discapacitado porque NO VE, cómo puede ser que la televisión, los libros y artículos escritos, los periódicos, los afiches en la calle, los mensajes e informes por internet, etc. que son claros, visibles, bien diagramados y diseñados y que se reproducen de a cientos de miles todos los días permiten que el ciudadano VEA para no ser nunca más sorprendido por las barbaridades que a diario se siguen cometiendo desde el «poder público» y una y otra vez el ciudadano que «no vé» se sorprende y discute y se agarra la cabeza porque «no entiende», en realidad no vió lo que leyo o no vió lo que le mostraron por televisión.
La discapacidad llega hasta lo que Deja de Sentir, porque salvo raras excepciones no se deja influenciar eliminando todo tipo de compasión o benevolencia cuando pasa o ve a un vecino caído en desgracia o sufriendo una injusticia, un abandono o una necesidad extrema y terminal.
La enorme cantidad de «advertencias» que se le vienen presentando a través de infinitos impulsos de comunicación y de infinitos lenguajes que explican los hechos parece que no son suficientes para romper el estado de incapacidad, de discapacidad o de minusvalía que el ciudadano en general tiene para interpretar la situación real que toda la sociedad vive y que en particular millones de argentinos está sufriendo caídos también en la misma discapacidad y enfermedad generalizadas.
¿ Cómo resolverlo ? Reduzca la cantidad de impactos informáticos que recibe a solo los que considere necesarios (mucha menos televisión, mucha menos radio, mucha menos «lecturas» sobre cosas que si para un solo instante YA SABE de qué se tratan) y concentrecé en la importancia de las cosas que SI nos afectan y ACTUE sobre ellas, solo así vamos a ver si «su discapacidad» es cierta o inducida y ficticia.
En este sentido de las discapacidades es mucho mejor resolverle «un pequeño problema» a su vecino que estar «preocupado por lo que pasa en EEUU». Recuerde que «el sistema» quiere que todos seamos unos «incapaces» para que «ellos» puedan seguir diciendo que son importantes e imprescindibles, lo cual es absolutamente falso.
El sistema y los procedimientos sociales, institucionales, educativos, etc. que crearon generaron en la acción y conducta social e individual, que debería ser natural y sana, una conducta compulsiva y ABORTIVA.. Ejemplos caen de a millones a diario. Todo el sistema de «salud» está basando en el tratamiento de «la enfermedad», y en «ir corriendo» detrás de ellas en cuanta oportunidad se tenga. Nuestra cultura y nuestra civilización, si así las podemos llamar, nos inducen una y otra vez a conductas enfermas y a hábitos enfermos ya desde antes del nacimiento generando así «respuestas» automáticas CONTRANATURA, es decir, una cantidad de actitudes y conductas personales y sociales que aumentan el nivel de enfermedad produciendo resultados que cada vez se conflictúan más y más con «una vida sana, saludable y sostenible por sí sola» generando dependencia, sumisión y adicción a los patrones enfermos que nos han impuesto.
Si es evidente que «la naturaleza y todos sus elementos» nacen, se desarrollan, conviven y mueren dentro de un orden NATURAL y estable de equilibrio existencial sin haber generado «subsistemas complejos para sobrevivir» -o sea para vivir desde la escacez de todos los elementos y desde la desesperación de una existencia que especula estúpidamente que puede controlar y dirigir en un cien por ciento, existencia restringida y condicionada a valores errados y miopes cuyos resultados mediocres saltan a simple vista de cualquier entendimiento mediano ¿ cómo es que «el hombre» pudo estructurar todo un andamiaje de existencia sobre semejantes desfazajes de vida ?
¿ Cuánta distancia existe entre «la genialidad» que fue dada al ser humano al tener «la palabra», «la conciencia» y su enorme adaptabilidad y capacidad para transformar su medio y su vida, y la estupidez que ha generado tantos elementos abortivos y contranatura al punto de haber perdido la sensación y la felicidad de vivir para transformarla en una permanente búsqueda «desesperada»de supervivencia?
La distancia, el intérvalo entre una y otra es «simplemente» un suspiro, haciendo que en ese instante el hombre y la mujer dejen de «comprender» sus existencias en términos positivos de vida y comiencen a arrastrarse y a mendigar «un poquito más de aliento» para seguir sobreviviendo.
Es necesario que eliminemos «métodos y procedimientos abortivos y antinaturales» como son «las burocracias», el papeleo, los compromisos inútiles en donde solo se habla -mejor dicho rumea- siempre lo mismo insustancial, vago y denigrante para la condición «genial» que cualquier ser humano tiene dentro y debe descubrir, expresar y vivir plenamente.
Es necesario desligarse y romper «las cadenas modernas» que nos atan y esclavizan obligándonos a arrastrarnos y a «mantenernos al tanto» de la información y del estado que nos genera. Esas cadenas modernas son «los números que nos obligan a tener» para demostrar (¿?) que Somos «alguien», y creemos que cuantos más números tenemos alrededor de nuestras personas somos más y más importantes. Número de DNI, Números de Teléfonos, de Celulares, de Cuentas Bancarias, de Depósitos y de los Clubes, número de patente del automóvil y de los seguros, números de los chicos y de los familiares y amigos, etc. Haga lo siguiente, tome un papel y escriba arriba su nombre completo -que es lo único que debería necesitar para existir y ser «un semejante»- y debajo vaya escribiendo todos -todos- los números que se relacionan a Su Persona. Los que tuvo, los que dejó de lado, los que tiene en relación a usted solo/a. Y aplíqueles a cada uno «su natural responsabilidad» por mantenerlo «al día» y se va a dar cuenta de «cuán poco tiempo le queda» para usted mismo/a.
Son sistemas «abortivos» y totalmente «desnaturalizados» que nos obligan a «ocuparnos» de ellos en vez de «ocuparnos» de nosotros mismos. Sistemas que nos «imponen» cumplir sus pasos y procedimientos perentoriamente para mantenerlos en vez de vivir libremente para uno mismo.
El espectro es tan amplio que «perdemos contendido humano» perdemos «el centro de nuestra existencia» que es: que somos cada uno de nosotros mismos con «nuestros tiempos» con nuestros sentimientos, con nuestros espacios. Pero el sistema en el cuál convivimos nos obliga a otras cosas ¿ Para qué ? para que cuando no cumplimos con los requisitos que cada uno de estos eslabones de nuestras «maravillosas y relucientes cadenas modernas que nos gritan a cada pasos «que somos» y «que existimos» y que sin ellas nada podemos conseguir, cuando no cumplimos, «sentimos» que todo es antinatural y «se aborta» cuando en realidad es exactamente AL REVES es el sistema el que expulsa de una manera compulsiva y violenta todo lo que no conforma exactamente «sus propias formas y órdenes». Piénselo y actúe sobre ésto.
En nuestro país y casi desde siempre las fuerzas de seguridad nacionales lo mismo que internas han errado el objetivo de su constitución cuando de relación con El Soberano se trata, han acotado su participación social a conceptos restrictivos, pero absolutamente claros, de contacto con los distintos medios; así se limitan en su relación con «la política» pensando que «es el político el que siempre decide», su relación con el trabajo que tienen que desarrollar cotidianamente a: nos llaman cuando hay conflicto y nosotros tenemos que responder «automáticamente»; en su relación con el ciudadano a: somos el brazo de «fuerza» y nuestra participación en momentos de conflicto es «amansar», así, cuando las fuerzas armadas o las policías se encuentran en «el campo de acción»... amansan. Conclusión tenemos un pueblo que fue sistemá-ticamente amansado en cuanto contacto con fuerzas de seguridad se refiere.
Los argentinos estamos AMANSADOS por las fuerzas de seguridad, por el funcionario público, por el juez, por toda autoridad pública y ésto lleva naturalmente a un estado y sentimiento de que somos ESCLAVOS y SIERVOS de los agentes del sistema.
No es lo mismo esclavitud que servilismo. La primera alude a un «estado de propiedad» de un sujeto sobre otro. Este estado implica una natural responsabilidad por «la propiedad» y la actitud y conductas ante «el esclavo» es que debe ser cuidado, alimentado, proveído. Pero el servilismo es una condición completamente distinta. En el servilismo el sujeto pasivo fue amansado, fue y es disminuido a una cantidad de miedos, temores, engaños que «por si mismo» se transforma en siervo del señor o amo. El siervo reduce todo tipo de resistencia, de intención de cambio, de participación en el igual y se somete a una única y pasiva relación: la de vivir, actuar y mimetizarse en lo que el caudillo necesita, desea, piensa, proyecta o quisiera asumir. El siervo «no es responsabilidad del caudillo», es un ente humano que por sí solo «debe conocer su lugar» y que si se muere, se muere, si no le alcanza, que no le alcance, si sufre y está enfermo, pues es natural que sea así. No existe en el caudillo, en el amo, en el señor ningún tipo de responsabilidad humana o social más que la necesaria y mínima para que la situación de extorsión se mantenga exactamente igual a lo que «siempre fue».
Esta enfermedad que sufrimos en nuestra sociedad es aberrante y extiende su metástasis a casi todos los otros tipos de enfermedades: el miedo, la discriminación, el delirio, la soberbia, las discapacidades, etc. Y por supuesto no puede haber un «salir de la condición actual de estancamiento nacional» en tanto y en cuanto la mujer y el hombre argentinos no comprendan que deben superar el estado de amansamiento, de servilismo o de esclavitud en el cual se encuentran. Estados éstos que se refieren a su relación con caudillos de todo tipo, de líderes o pseudorepresentantes, de funcionarios con carteras políticas o públicas, de dirigentes vetustos de cualquier estrato o segmento social.
¿ Cómo se sigue superando este estado de relación enferma ?
Simplemente tomando conciencia de la valía que un ser humano tiene en su espectro personal y social comprendiendo sus potencialidades y horizontes si se manejara con absoluta libertad e independencia, y comparando este «estado ideal y proyectado» con la situación y los resultados que la sumisión y el servilismo producen en su misma persona y en su entorno familiar y social; situación que se vive a simple vista cuando uno convive con semejante miseria cotidiana.
No vamos a poder superar la situación actual nacional si el Pueblo Argentino sigue servilmente encerrado en este tipo de relación enfermiza y anacrónica.
LA HISTERIA
es otro estado de enfermedad social y personal. Es decir, en términos vulgares, la exacebación -exageración- de estados de ánimo o situaciones de equilibrios existencial o de relación que se rompen ante cualquier impulso o contacto que «insinúe» una expansión del universo establecido o del límite subjetivo dado o, por otro lado, exija un esfuerzo o participación personales para «reordenar» un determinado estado de relación.Los argentinos estamos histéricos - aunque es un estado que atribuyimos mayormente a la conducta de la mujer- podemos decir que tanto varón como mujer argentinos hemos logrado representar social y personalmente increibles nuevos estados de histeria colectiva y generalizada.
El paroxismo con que la vida cotidiana y los valores cotidianos se asumen para poder seguir siendo parte del «núcleo social incluyente» no tiene límites. Todo es fútbol y sino la vida se nos cae. Todo es Crítica y sino la vida no tiene sentido. Todo es «minas y culos y tetas» y sino para qué vivimos. Todo es llevarle la contra y sino cómo va a cambiar. Y los ejemplos histéricos del «todo o nada» se repiten hasta el infinito.
Algunos muy claros son que pareciera que para la mayoría de los hombres argentinos solos «no hay mujeres» -cuando hay 18.000.000 de argentinas- y lo mismo cuando se le pregunta a una cantidad enorme de mujeres argentinas que dicen «no hay hombres» -cuando hay otros 18.000.000 de seres humanos «del otro lado que son varones-. ¡ Ridículo !
Pero el argentino sigue, enfermo, por la vida de todos los días justificándose en que no hay mujeres y en que no hay hombres. Si a eso se le agrega «el buscar «su par» del mismo lado, o del único lado que el individuo «ve que existe», la ruptura del patrón natural hacia el hombre o hacia la mujer no encuentra límites de expresión histérica que valgan.
Llevada esta histérica colectiva al orden familiar o de organización de una pareja con su descendencia la enfermedad tampoco tiene límites y crece a la violencia familiar, al abuso del cónyuge, a la explotación de los hijos, a la transferencias compulsiva y obligada de miedos, frustraciones o ideales no realizados a otros sujetos de la familia y la lista «interesantísima» y altamente creativa no tiene fin para la sociología, la psicología, la psiquiatría o para la terapéutica vernácula. Los ejemplos de parejas y de relaciones histéricas no tienen fin, los resultados de matrimonios o familias rotas son anormalmente «altos» y por donde se busque una plataforma estable de sustentación para un posible nuevo «núcleo social» sobre el cuál intencionar una nueva sociedad argentina para construir una Nueva Nación se ve tan raro e infrecuente como una aguja en un pajar.
La histeria generalizada nos lleva a otro límite social que ya podemos decir que es «el último» la violencia espontánea cotidiana. Focos de agresión contra «el semejante», contra el sistema, contra la impotencia surgen de todos lados, por cualquier motivo y ante cualquier situación. Y la «explosión» de violencia no entiende de límites ni de consecuencias. Es un suicidio colectivo descontrolado y enfermo. No se ve, no se siente, no se oye lo que pasa, no se actua por vivir en un estado permanente de amansamiento, de servilismo y de esclavitud en la que el ciudadano argentino sobrevive, y no se reacciona porque por la histeria que sufre no comprende la distancia en los límites de sus sentimientos, pensamientos o acción.
Si cada persona Uno por Uno (1x1) no aprende a controlar su histeria personal, a marcar su universo de relación con cada otra persona, si cada argentino no comprende la «diferencia» cualitativa entre una determinada conducta y otra en una medida lo suficientemente «alejada» de la enfermedad y a su vez no aprende a calibrar cuantitativamente que una acción UNO es menos que una acción DOS, es decir pasar los impactos resultantes de acciones histéricas a una medida concreta -y no subjetiva, relativa y difícil de entender y manejar- para ordenar su respuesta para definir su acción colectiva o social, no existe oportunidad para nuestro Pueblo de romper la espiral involutiva en la que nos han metido.
Solo cada uno de nosotros debe y puede individualizar sus puntos histéricos y encontrar elementos para superarlos abriendo el universo de observación a que «no todo es así de único ni de absoluto» y por supuesto tampoco de terminante.
LA PARANOIA
surge como consecuencia natural a esta histeria generalizada y como paso al delirio de cualquier tipo. Todo debe ser así, monotemático, monorelacional y absoluto.Y la persecución de todo lo que exceda esta estructura monolítica de contactos personales o de universos de visualización subjetiva se considera : el otro, el ajeno, el enemigo o el objeto a atacar y a destruir.¿ Cómo vamos a construir una Nueva Nación con sujetos encarcelados dentro de semejantes barrotes de incapacidad existencial ?
Personalmente he trabajado 13 años buscando las formas, el lenguaje, el diagnóstico exacto y claro y las personas que participaran de un nuevo despertar social e institucional, y solo ahora «comprendo» el por qué del rechazo y la falta de participación de amigos, de familiares, de conocidos y de toda persona «argentina» que tomó contacto con Un Mundo Un Pueblo, es «la enfermedad» que sufrimos y sus múltiples variables. Un Sujeto Enfermo no puede trabajar, estudiar o integrarse. Un Sujeto Enfermo está solo para «curarse» o morir.
Pero llevó años comprender «lo enfermo» de mis mismas ilusiones de cambio. Por ésto es que este Manual se hace tan importante para el desarrollo de 1x1 hacia una transformación socio-institucional argentina.
El hombre de la calle siente que lo persiguen, pero cuando se encuentra con las explicaciones de expertos nada hace para cambiar su situación. La mujer de la calle siente que la persiguen, pero cuando se encuentra con explicaciones de expertos que le dicen exactamente qué es lo que le pasa y cómo resolverlo nada hace para cambiar su situación.Y así todo sigue igual. El avance de grupos sociales es inútil, insignificante e inconsistente con la barbarie de los resultados y de la situaciones que «el gobierno» y «el sistema», que hoy por hoy son exactamente lo mismo -uno es el agente, el otro es el referente- producen en las vidas de millones de argentinos inmovilizados.
Años de marchas de jubilados, de madres en plaza de mayo, de familiares y amigos de víctimas de todo tipo, de miembros de cámaras, de federaciones, de sindicatos, de empresas, del campo, de todo tipo y todo se reduce a «una marcha», sin más que un simple «reclamo» de aquí estamos esperando que «ustedes tomen conciencia» y «comiencen a trabajar para todos nosotros», cuando se ve desde hace décadas y a clarasvista que siempre, siempre, trabajaron solo para ellos. ¡ Ridículo !
Años de dejar que delincuentes públicos «pasen por la justicia» que ellos mismos manejan y que ellos mismos son. ¡ Ridículo !
Años y esfuerzos y generaciones quemadas y de patrimonios robados y de esperanzas vacías y todos estos grupos sin propuestas concretas integradoras, sin más que un cambiar ésto por ésto para que sigamos viviendo, y sin mirar más allá que sus propias narices para comprender el minúsculo universo social desde su propia necesidad y sufrimiento.
Todos los grupos de «rebelión social» buscando simplemente el mango que los haga sobrevivir y que es exactamente eso lo que espera el sistema que hagan, pero no existe ni una sola acción social de ningún grupo nacional que proponga un cambio de sistema o de orientación generalizada hacia otro rumbo y otro horizonte. Y todo termina en la nada. Esperando que «alguien del gobierno» o del «extranjero» venga a hacer algo por nosotros. Esta es la paranoia y el delirio que sufre la sociedad argentina toda. Una persecución de fantasmas y de cucos que la inmovilizan para una acción efectiva, racional y humana, dejándola inmune a cualquier tipo de estupidez o pasión que les venga en gana a cualquier funcionario público o delincuente político.
Un pueblo enfermo que no sabe cómo cambiar sus propias cosas y que piensa que «si se moviliza» para «estar presente» para «demostrarles que estamos», para «tratar de que comprendan», para «que nos den el plan trabajar o el subsidio», piensa que con eso alcanza. Pero nuestra sociedad y nuestros individuos están tan vacios de comprensión de acción social o de reforma del orden de relación institucional y están tan cerrados a cualquier cambio sano y natural que a pesar del trabajo de miles y miles de ciudadanos conscientes y responsables que de manera genial y por infinitos medios día a día exponen el drama, nada se vislumbra como posible.
El Ciudadano enfermo es
ALTANERO
y SOBERBIO, genera unFALSO ORGULLO
como impulsos del delirio general, ataca también la relación social conFALSA MODESTIA
, conFALSA HUMILDAD
, conFALSA SOLIDARIDAD
y unaFALSA CARIDAD
que son aberrantes para la condición humana.En el acto de solidaridad o de caridad, por mencionar unos, las expresadas en el actual sistema- se dan como «elementos muy importantes y a resaltar» «el sujeto activo que produce el acto», «el producto o el servicio que se entrega» y «la condición y el estado de aquél a quién se le dá -o sujeto pasivo- ». Todo «metido» dentro del drama de la situación nacional de miseria y pobreza en la que el país está sumido. Todo falso, mezquino, arrogante y vano. Porque la caridad o la solidaridad son tales sanas, puras, reales y verdaderas cuando no existe la consciencia del que la dá, no existe la «consciencia» del estado e inclusive del sujeto que la recibe y en donde también desaparece la «consciencia» del producto o servicio que se transfiere. Un acto de caridad es puro simplemente cuando «se produce» excluyendo a todo aquello que «lo produce».
Pero, si observamos, y lo vemos hasta el hartazgo, hay tal mercantilismo e intencionalidad perversa y exculpatoria detrás de cada acto de este tipo que da verguenza ajena el simple hecho de observarlos; mucho más viendo las caras de «falta satisfacción» o modestia o de errado orgullo de los comunicadores sociales que lo transmiten.
La enfermedad «argentina» -utilizada como adjetivo de grandeza, enormidad y única como lo estableció Rubén Darío- no tiene parangón y ha generado una ANOMIA -falta de valores y de principios de sustentación existencial y de convivencia- y una extensión al orden social e institucional de EXISTENCIA PROVISIONAL de tales proporciones que todo lo escrito y «tratado» para proponer un cambio de estado actual social, político, judicial, institucional, económico, sindical y de cualquier otro tipo es prácticamente insignificantes si no atacamos antes la enfermedad cívica y cultural. Y en ésto exactamente estamos.
No podemos regenerar a un Pueblo o construir una Nueva Nación que por todas estas enfermedades se exterioriza hacia segmentos «especiales» del prójimo como RACISTA -rechaza la raza del otro para integrarse, como ETNOCENTRISTA -rechaza la multiplicidad cultural y cívica en beneficio solo de una «culturacontraculturas» única y excluyente-, es XENOFOBO -que rechaza y odia, por otro lado, todo lo que es extranjero y que considera de menor cuántía y significación-,es SEGREGA-CIONISTA -que rechaza el universo de los otros o lo comparta-mentaliza y limíta para no sentirse afectado-, o un individuo que en su relación social con la institución pública es siempre DISCRIMINADOR y SECTARIO. Todas estas «reacciones» y «valoraciones del otro» surgidas, por supuesto, en algún momento especial o específico de la convivencia pero generalmente ocultas y «retenidas» dentro de las personas como falsos valores; cadenas condicionantes y restrictivas de relaciones libres, cultas y potencialmente productivas.
¿ Cómo recuperarnos de semejante enfermedad hacia la identificación y la visualización correcta y amplia del «otro» ?
Debemos, antes que nada identificar, comprender y atacar «la paura social e individual» -el miedo atroz y paralizante a todo, en especial a situaciones de cambio individuales, familiares, barriales y sociales en general. Hay que romper con el «status quo» institucionalizado e instaurado en todos nuestros sistema de convivencia y en nuestra «nueva subcultura» asumida como único patrón de existencia. Hay que romper con las subculturas e ir hacia una cultura común nacional. Y ésto se hace desde comprender la dimensión y las variedades de las enfermedades que sufrimos para poder curarlas.
Si tal paso no se produce toda exteriorización o propuesta de cambio va a caer dentro de la propia IMBECILIDAD y ESTUPIDEZ del individuo, estados muy difíciles de superar y que siguen siendo parte de toda expresión colectiva ciudadana.
Al terminar con esta sección podemos numerar los estados o enfermedades que los argentinos vivimos y que, por el desgobierno generalizado, por los manejos de distintas facciones de grupos de poder, por la ingerencia de fuentes extranjeras y multilaterales que han impuesto sus condiciones y políticas, por la dejadez y falta de coordinación ciudadanas, por la presión y muy bien estudiada presión mediática y por infinitas otras dinámicas impuestas coercitiva y expuestas o sutilmente impuestas al ciudadano de trabajo y estudio han generado la ruptura del «contrato social» el cual trataremos al final del manual y cuyas exteriorizaciones son las siguientes enfermedades colectivo- individuales que han surgido en la dinámica social:
1- El argentino está Enfermo Fisica y Psíquicamente,
2- Sufre distintas Discapacidades,
3- El sistema Aborta todo lo natural
4-El sistema actua ContraNatura,
5- El ciudadano está amansado,
6- Es servil y es
7- Esclavo de lo que «le dictan extorsiva y compulsivamente desde «el estado (¡!)» »
8- Actúa histéricamente encontrando siempre «algún» leit motiv que le permite encerrarse dentro de él,
9- El argentino es Paranoico,
10- Es Delirante, Altanero, Soberbio y Orgulloso de estados, situaciones y condiciones que potencia aumentando su histeria y paranoia,
11- Está Anómico y vive, sin darse cuenta, una Existencia Provisional perpetua e inducida desde la «función pública».
12- El ciudadano es racista, etnocentrista, xenófobo,segregacionistas y discriminatorio según la situación que le convenga.
13- Piensa, habla y actúa con un miedo atroz y paralizante,
14- Se expresa en actos inútiles reiterados, que jamás conducen a ningún cambio, y que son imbéciles y estúpidos.
15- En fin, siente profundamente que es IMPOTENTE y AJENO a cualquier cambio.
Lectura Activa.
Identificá otro tipo de enfermedades cotidianas.
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