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  Ladrillos

Palabras Previas

El Sistema, La Maquinaria, Ellos, Las Cosas, Los Mecanismos, y muchos otros «apelativos genéricos» más son términos que rondan a diario por nuestras vidas. Más específicos son «justicia», «corrupción», «protesta», «multinacionales», y otros. Así el mundo de lo que llamamos comunicación social se constituye en palabras que dicen algo pero que no sabemos, o mejor dicho, de manera premeditada utilizan - «ellos» - vagamente, para «conectarnos» en una síntesis en donde por esa misma vaguedad intensionada, creemos estar siendo parte de un todo social cuando en realidad atentan «ellos» sistemáticamente contra todos «nosotros» para mantenernos aislados y en conflicto perpetuo para poder «gobernarnos» o intentar permanecer en sus puestos públicos a los que han sido «elevados» por minorías autómatas o por amigos del «sistema».

El «sistema» avanza, la «maquinaria» no se detiene, y todo intento de los ciudadanos «damnificados», de «los particulares», de «los familiares y amigos de las víctimas» de proponer cambios o de alertar a los gobernantes sobre cosas que agreden y denigran a la familia humana son, otra vez, sistemáticamente ignorados encontrándose «los rebeldes» -sufrientes en la mayoría de los casos- rondando sin sentido como perros detrás de sus propias colas ante la mirada mediática e insensible de una sociedad abulonada a las sillas de la cocina o entarugada a los sillones del living, cuando no al invitado especial de todos los días que se «sienta» a la mesa del comedor en el lugar de preferencia -para que todos los miembros de la familia desintegrada- puedan verlo y escucharlo con atención generando esa cosa de «conectividad común» que por ser un «eso» -y no un quién- no genera conflicto.

No hay límites, ni patrones de conducta, ni visualizaciones del «otro», todo es una estabilidad precaria y un orden desordenado cuando se lo observa como respuesta de la pregunta que invariablemente en algún momento de estas existencia individuales y sociales surge de manera espontánea, ¿ para qué vivimos ?, peor aún, porque es más taladrante e incisiva, ¿ para qué vivo ? , en absoluta soledad.

Construir desde lo humano, desde el propio e individual ser y desde el tiempo de cada uno de nosotros, ladrillo por ladrillo, una sociedad que seguramente la mayoría que está leyendo estas líneas no lleguemos a ver.

Construir con la tranquilidad de comprender los tiempos individuales y sociales como el buen albañil que sabe que a los materiales hay que darles el tiempo suficiente para que fraguen, para que se integren en un todo, para que «ocupen» su lugar; y construir con la responsabilidad que ese mismo albañil tiene sabiendo que un ladrillo torcido o fuera de lugar, o una pared que no esta nivelada y «derechita» es un peligro y un esfuerzo a futuro inútil y desperdiciado que se puede evitar con solo ser responsable y «prestar atención» ahora, hoy, porque es el momento en que corresponde hacerlo.

Construir con sentido común y crítico sobre las propias acciones y trabajos y desarrollos, aunque el mundo de alrededor se este desintegrando en la insensatez y en la codicia de vidas y de logros sin sentido o vacías. Construyendo paso a paso comprendiendo lo que se está haciendo para acumularlo en un saber que será resultado de una experiencia de trabajo consciente y elegida.

Este libro es éso: una visión de uno hacia los otros, una propuesta con conceptos, definiciones, sugerencias de uno hacia los otros para transitar una huella común que nos haga «sociedad», que nos haga «vecinos», que nos haga «nación».

MJY. 13 de junio de 2003

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