En un principio fueron “simples técnicas para hacer hablar”, después avancé a técnicas más profundas de sugestión del estudiante a través del sonido, más adelante fueron los gestos míos y las inflexiones de voz que utilizaba con los ejercicios y en los ejemplos lo que avanzó, así el trabajo entre técnica-resultado práctico-justificación teórica fueron armando el Método Fusión.

Mucho fue durante años lo que llevó a que supiera que “algo especial” estaba sucediendo entre mis estudiantes y quién te escribe.

Sabía que existía una profunda sugestión que volcaba en la mesa de estudios por el discurso, por los conceptos, por el manejo de los tiempos, por la complementación permanente de los distintos carismas de los que estabamos compartiendo la misma mesa, etc. Y surgió entonces, en una reunión interdisciplinaria que convoqué para estudiar cuál era el fenómeno, cuando una terapeuta me sugirió incursionar en la hipnosis y fue con Milton Erickson, Rossi y el resto de sus discípulos que comencé a avanzar, ahora justificado por años de práctica desde otra óptica terapéutica, en los por qué de los resultados que obtenía en mis sesiones.

En realidad hablar, escribir, de ellos llevaría volúmenes especiales y mucho tiempo de discusión profesional con verdaderos profesionales del tema, pero se hará con el tiempo, lo cierto y fundamentalmente “lo efectivo del caso” es que la hipnosis fue avanzando enriqueciendo mi comprensión de lo profundo y maravilloso que es “el lenguaje en cada estudiante”, también, en cómo y qué cosas utilizar o dejar de hacer para que el camino, que es muy corto, dé los resultados que espero.

Paso a paso fuí pareando lo dicho por Erickson y como por arte de magia, cada técnica y cada aplicación con sus correspondientes resultados se condecían con lo dicho por este brillante médico.

Y comencé a aplicar técnicas para inducir al sueño a algunos de mis estudiantes.

A aquellos a los que les resultaba más difícil dejarse llevar por la sensibilidad, cuyos conscientes racionales permanentemente los bombardeaban con preguntas, con cuestionamientos sobre “qué es lo que estaban haciendo”, sobre verse desde afuera en vez de comprenderse y sentirse integrados desde adentro. Este tipo de caracterizaciones fueron las primeras personas que se integraron a trabajo de “relajación profunda”.

Y los resultados son maravillosos y requieren de un trato muy particular y especial.

Pero adelantar el sentido y la profundidad y el avance de lo trabajado e investigado durante estos 15 años requiere de un anticipo previo para darle luz a futuros desarrollos conjuntos.

El manejo del “espacio” entre los estados de alfa y beta, ese gap que se produce entre el estado de vigilia y el “sueño ligero” es la puerta de acceso a una increíble potencia de desarrollo lingüístico del estudiante.

En ese gap el estudiante repite lo dicho con una perfección de sonido y de inflexiones que pareciera que uno estuviera “hablándole” a un grabador; la relajación del estudiante en este estado es tal que cuando despierta, no importa cuanto tiempo haya pasado en ese estado de sugestión -hayan pasado unos pocos minutos u horas- se despierta con una relajación y sensación de “liviandad” pasmosa. Casos en donde he trabajado más de dos horas ininterrumpidas han despertado “como que hace 5 minutos que me quedé dormida”.

El trabajo con la hipnosis -digamos sugestión en distintos niveles- debe continuar porque abre interpretaciones sobre la importancia del manejo de la voz y del sonido dentro de las personas que aportan una gama impresionantes de nuevos horizontes y “despertares” que hasta hoy -con técnicas tradicionales y en estados de vigilia- no se podían vislumbrar por la enorme influencia que produce el consciente racional durante las prácticas, aún aquellos estudiantes que fueran muy dúctiles a los manejos de ejercicios que aplicamos.