Otro de los enormes errores históricos conceptuales que se produjeron es entender que el idioma se habla para “afuera”, cuando en realidad -sin entrar en análisis profundo ni en calibrar cuánto se habla en un sentido o en otro- el idioma se habla para adentro.

Una vez que el ser humano adquiere su lengua madre todas sus funciones biológicas e intelectuales se transmite e intercomunican a través del idioma.

El ser humano, para establecer una clasificación, tiene, como dijimos dos canales independientes y estancos para adquirir conocimiento: el canal sensible y el canal del consciente racional, la relación de grado que entre ambos existe en función de su manejo de influencia sobre determinados niveles se dá en el orden de cuatro estratos básicos:

1- Consciente Racional
2- Preconsciente
3- Subconsciente
4- Inconsciente

En qué porcentajes exactos participa cada canal para captar el conocimiento o fluir con la lengua no es tema de este estudio, pero podríamos aproximar cifras que sirvan como ejemplo.

En el nivel del Consciente Racional es evidente que el canal consciente absorbe el 100% de la potencia total para captar conocimiento quedándole un 0% de influencia al canal sensible. Este es el nivel en donde se Piensa.

En el nivel del Preconsciente especulamos que existe una relación del 80% del canal consciente y un 20% del canal sensible participando para la captación de conocimiento. En este nivel se Lee.

En el nivel del Subconsciente, los valores se invierten, cambiando su influencia a ser un 80% del canal sensible y un 20% del canal consciente. En este nivel se Habla.

Y por último en el nivel del Inconsciente la proporción es de un ciento por ciento para el canal sensible y de un cero porciento para el canal racional. En este nivel se Sueña.

En absolutamente todos estos niveles el detalle de transferencia de la “información” para generar la acción, la imagen, el recuerdo, etc. se transfiere a través del lenguaje. El impulso sensible que transmite la data se realiza por la sensibilidad del sonido.

Y ésto es nada más y nada menos que el lenguaje ordenando a las distintas funciones.

Así el “hablar de la persona” está casi íntegramente orientado hacia su propio adentro y solo una pequeña fracción de lo que dice se expresa hacia afuera.

Pero paradójicamente todo, absolutamente todo el material didáctico de los métodos antiguos, está orientado a enseñarle a hablar al estudiante hacia afuera.

Cuando pensamos, hablamos con nosotros mismos.

Cuando leemos, hablamos con nosotros mismos.

Cuando hablamos, un gran porcentaje nos lo decimos a nosotros mismos.

Cuando soñamos, sentimos que nos hablamos a nosotros mismos.

En conclusión debemos enseñarle al estudiante a hablarse para y a sí mismo en la nueva lengua que le estamos enseñando y ésto es: enseñarle a hablar para que los espasmos lingüísticos y las imágenes sonoras comiencen a gestar el pensamiento en su nueva lengua, sin presión del consciente racional. Puff. Puff. Puff, así comienza a fluir la nueva lengua. Sin quererlo, sin buscarla.