Por lo antedicho se ha desvirtuado el objeto de la atención consciente 180 grados: hacia la vista, y se ha potenciado en un 500% ese desfazaje al aplicarle tecnología y todos sus elementos antinaturales para profundizar la distorsión.

Pero ¿ cómo es que los estudiantes aún aprenden a hablar ?

Como lo he presentado en un video a las universidades más importantes del mundo, sabiendo que los métodos están totalmente invertidos al proceso natural, el estudiante puede desprender el habla no por la ayuda del método sino por una enorme variedad de otras potencias y circunstancias que lo “impulsan” al habla.

La aplicación de los métodos es inercia inversa pero la voluntad, el esfuerzo, la necesidad, la perseverancia y la colocación de la persona en su situación de “tengo que hablar” hacen que éstas sean las fuentes de su desarrollo lingüístico con una nueva lengua y no lo que le estábamos enseñando técnicamente.

La cantidad de esfuerzo que el estudiante aplica para destrabar su habla, sin comprender a su vez que esta aplicando un instrumento invertido para realizarse, es infernal y esta fuera de toda proporción.

La aplicación de una herramienta, en este caso el método para el aprendizaje, debe facilitar el proceso y no frenarlo; su comprobación es simple: una persona avanza en 6 años con su lengua madre de una posición de totalmente inhábil, desconocido e ignorante a una de total y absoluta habla que gestó a su vez los elementos correctos del pensamiento permitiéndole así al niño comenzar a “explotar” esa capacidad intelectual que naturalmente se gestó por la magia del lenguaje.

Todo éso lo realizó sin leer, sin gramática, comprendiendo el sonido y pareándolo con el mundo de las realidades que fue viviendo, e integrando en estructuras lógicas, sonoras, inteligibles, asociativas y potentes. Todo éso lo trabajó Desde El Oído y hacia afuera al mundo exterior, al mundo de la cosa.

Pero cuando invertimos el proceso, es decir, cuando le aplicamos la atención a los ojos, estos pobrecitos inhábiles naturales que no fueron hechos para “escuchar” no pueden más que “tratar” de resolver el problema de “estar” en donde “no deben estar”.

Así 6 a 10 años de estudio para aprender una segunda lengua solo habilitan, generalmente, para un habla muchas veces defectuosa, casi jamás para un pensamiento en la nueva lengua, ya que siempre el pensamiento “explota” en la lengua madre y se “traduce intelectualmente” al decir de la segunda.

Démosle a los oídos de nuestros estudiantes el ciento por ciento de su potencia de atención, cultivándolos, trabajándolos, enseñándoles, guiándolos.

Este es el canal natural de toda lengua.

Hemos perdido potencia de retención auditiva, hemos perdido imagen auditiva y hemos perdido, absolutamente, el concepto de elongación auditiva. Debemos recuperarla en nosotros mismos y en nuestros semejantes.