Cuando hablamos y analizamos el concepto Comunicación y muy especialmente “comunicación humana” debemos comprender que estamos tratando un elemento muy complejo, sofisticado y sutil.

Decirle a alguien “algo” en una sentencia verbal es solo la exteriorización, podríamos decir mínima, de todo lo que la persona realmente quiere “decir”. Lo dicho se expresa con todo el poder de la convicción gestual, con la situación y ambientación en la que “con--viven” los interlocutores y fundamentalmente en el “de dónde vienen” y del “cuáles fueron sus experiencias anteriores de contacto con un semejante” -con el interlocutor y cualquier otro- que hayan tenido estas personas que “ahora” se quieren comunicar.

El elemento “comunicación” es una simple estereotipación, una simple “fusión holística burda y restringida” que rejunta todos los tipos de análisis y de potencia expresiva del ser humano. Y todo éso lo trae y tenemos día a día que descubrirle al y del estudiante.

La enseñanza de una nueva lengua no es el orden gramatical, o la perfección en el dicho, no es “ésto sí” o “ésto no”, si tal fuera así estamos viendo el árbol pero nos perdemos de ver el bosque.

El poder de la comunicación descansa, ya desde el inconsciente colectivo -es decir de los impactos y las sensaciones de recuerdos de experiencias de comunicación de vidas pasadas- en “ese ser” que está frente a nosotros listo para aprehender: el estudiante.

Cuando lo tenemos frente a nosotros, maestros, lo nuestro, lo sabido es lo mínimo que tenemos para enseñar, todo el poder de la enseñanza radica en la observación del otro: del estudiante. Mirándolo, comprendiéndolo y sabiendo interpretar lo que el estudiante trae consigo mismo es “la veta” que nos muestra cómo y qué enseñarle. Este punto estratégico de la comunicación es fundamental para establecer el nivel de comunicado que se produce entre el maestro y el estudiante.

Cuando no “lo vemos” al ser humano que tenemos frente a nosotros él o ella tampoco nos ve.

Cuando no tenemos como maestros la capacidad de descubrir al otro “tal cual es” somos literalmente ignorados por el otro.

Mucho de la destrucción de nuestros sistemas de comunicación en la enseñanza actual, tanto pública como privada, se dá por la falta de comprensión, por parte de los educadores, de este simple punto de partida en la relación con nuestros semejantes educados.