Cansado, saturado, enfermo, desquiciado, podrido, decepcionado, en realidad no alcanzan los adjetivos para medir los distintos estados de ánimo por los que pasé cuando me relacioné o relaciono con la palabra “tecnología aplicada” para aprender idiomas.

Laboratorios de idiomas, cassettes, videos, incubadoras, inmersión y cientos de otras palabras más que por ser completamente artificiales a la forma , los elementos e instrumentos que naturalmente utilizamos para aprender nuestro castellano se contraponen hasta el punto de lo “irrisorio e irónico” justificándose, aún más, con los magros y escandalosos resultados que obtenemos después de aplicarlos.

Cuando inicio este libro diciendo: pongamos toda la potencia en nosotros mismos, interpretémonos, comprendámonos, sintamos que somos “nosotros mismos el milagro” de la creación y tratemos a nuestros estudiantes como tales y el resto lo hace “la naturaleza”, estoy absolutamente convencido de ello.

No debemos buscar en “las estadísticas” la confirmación de todo lo dicho, solo hay que observar el “ánimo” el estado de “decepción” y “falta de motivación” en el estudiante que estudia con métodos tradicionales para ver: qué están produciendo todos estos elementos artificiales en lo profundo de cada ser humano cuando de una nueva lengua se trata.

El estado de desconcierto y la enorme “fuerza” que hace para “escribir bien” tomando “la lapicera al revés” es suficiente motivo para sentir una enorme compasión por la situación que toda persona honesta esta viviendo para desarrollar su nueva lengua.

La potencia está en los sentidos, cuánto tiempo tarda un sentido en percibir su objeto: fracciones de segundos. Cuánto tiempo se mantiene el recuerdo de “tal vez” esa única experiencia adquirida: por el resto de la vida. Y ¿ hace falta recordarla conscientemente o se transforma en un recuerdo automático ?

La potencia que 5 sentidos “vulgares” tienen por sobre el poder de la razón, no trae lugar a dudas de que es infinitamente superior.

Pero estamos “creídos” que el pensamiento lo es todo, cuando en realidad el pensamiento termina en el cerebro, mientras que las percepciones sensoriales “salen del cuerpo físico” y se establecen en el cuerpo etérico y pueden “naturalmente” fluir hacia el cuerpo astral llegando hasta el mismo Consciente Universal.

Este es el camino de la lengua que queremos enseñar.

El camino que naturalmente se aprende desde los sentidos a través del sonido y que puliendo el sonido se exterioriza y siente desde lo emocional.

El idioma no está, bajo ningún punto de vista, en la mente, sí genera sus impulsos en ella, comprobado está. Pero el idioma percibido y expresado a través de los sonidos descansa Fuera del cuerpo físico y se conecta al cuerpo etérico por el canal Emocional.

Este manejo entre lo sentido por los sentidos y “lo retenido” fuera del campo de los “objetos” que lo perciben -cuerpo físico y cuerpo mental- es fundamental que se trabaje profundamente si vamos a seguir avanzando en la creación de nuevas técnicas y métodos para enseñar idiomas no nativos.

El elemento “comunicación” no lo es solo de palabras, es de gestos, es ambiental, es subliminal, es de recuerdo histórico situacional, es de potencia de interpretación según el estado de ánimo, la circunstancia y el poder de recepción y recuerdos sensibles y racionales de los interlocutores, etc. Todas estas comunicaciones “atacan” y le permiten al estudiante “decir” de una y un millón de maneras distintas, usándolas se usa completamente, se expresa complemente y fluye del sí mismo al otro, naturalmente.