Los argentinos estamos viviendo una etapa histórica extraordinaria. Somos por acción u omisión protagonistas de hechos sociales, políticos, institucionales y económicos muy distintos a los vividos en épocas anteriores. Los motivos son más que evidentes y se pueden sintetizar en dos extremos:

UNO el desgaste total de los sistemas actuales -que todos sabemos que no se arreglan con cosméticas políticas ni dialécticas.

DOS las necesidades sociales han llegado al extremo de ser "necesidades catástrofe" destrozando toda ética, moral o equilibrio de relación, lo que nos dice que el Soberano Argentino no está dispuesto a negociar, o transar, soluciones parciales ni dilatadas para resolver sus necesidades.

Sabemos también que el funcionario público político no tiene margen de maniobra ni va a resolver los problemas de nuestra sociedad porque no cuenta con la confianza ni con la voluntad popular, excepto de aquella que compra, cerrándose, así, el círculo de la complementación dirigente-dirigido, obligando a este último, el ciudadano de trabajo y estudio, a asumirse como "factótum" del cambio nacional.
Para comprender qué tan dislocado está el sistema público de su función específica Leer
La Democracia y la Geometría del Poder.