El movimiento hallesista, derrengado más no domado,
intentó reanudar su actividad, pero ya era evidente para todos, que la
batalla era desigual, no siendo posible luchar contra el gobierno fascista.
Trucco no se rindió, dispuesto a luchar contra todo,
hasta caer en el combate.
Fatigosamente, Trucco y unos discípulos fieles buscaron
la reconstrucción pero a la vez que parecía que el gobierno fascista tuviese
un arrepentimiento, la "Commissione del Confino" ponía bajo procesamiento a
Trucco acusándolo de conspirar contra la nación.
La "Commissione del Confino" no obstante las órdenes
recibidas, cuyo proveniencia todos conocían, no pudo llegar a un fallo de
condena, y el 10 de enero de 1934 se limitó a imponer una ammonizione
durante dos años, en los cuales el fundador del hallesismo era considerado
por la policía, como los reincidentes y los parias sociales, y por lo tanto
perdía sus derechos electorales.
No siendo esta pena aun bastante grave, según el gobierno
fascista, fue urdido otro proceso por estafa contra Trucco y dos de sus
colaboradores. Pero esta vez el Tribunal, después de dos años de
instrucción, el 27 de junio de 1936 publicaba una sentencia tan amplia,
deferente y halagüeña hacia Trucco ¡que quitaba al fiscal cualquier
posibilidad de apelación!
Sin embargo, el gobierno fascista no podía capitular, y
por lo tanto, acudió a medidas extremas, y el 28 de febrero de 1937, sin
ninguna acusación, ni siquiera de cualquier policía o testaferro, ordenaba
al "Procurador del rey" la detención de Trucco como demente.
La policía detuvo a Trucco, y lo encerró en un manicomio,
con la evidente intención de sepultarlo vivo.
El golpe, hábilmente planeado, habría tenido éxito, si
las autoridades sanitarias no hubiesen rehusado la responsabilidad moral de
este delito.
Trucco, pobre, envejecido, rodeado de discípulos fieles,
pero que temían también por sí mismos, salió del manicomio homenajeado por
los facultativos, pero deshecho y desconsolado, mientras se delineaba en el
mundo la segunda guerra mundial.
Trucco en 1928, en su libro La Paura di arricchire había
invitado a los italianos a estudiar el hallesismo para ofrecerlo al mundo,
evitando una nueva guerra mundial.
Así , se lee hoy, con asombro, en aquel libro tan
anterior a la guerra, -¡1928!- este vaticinio:
"Sin un gran acontecimiento capaz de crear una nueva
situación económica en el mundo, es fatal que a más tardar de 1928 a 1939,
estallará la nueva y más grande guerra mundial, hoy en gestación".
Después de diez años, él veía confirmada con milagrosa
exactitud su profecía, y comprendía que en ésta, su vida terrenal, no podría
ya espera el triunfo del hallesismo.
El 5 de abril de 1940 Trucco murió, dejando a su esposa y
a sus hijos, nada más que el orgullo de llevar un nombre, que brillará con
luz propia, cada vez más, en los siglos venideros. Fue su herencia la más
grande y la más honrosa.
El 2 de agosto de 1940, el gobierno fascista imponía a su
viuda la orden terminante de no ocuparse del hallesismo, y más aún, la
inconcebible de ¡no recibir cartas referentes al hallesismo!...
Sobre la tumba de Agustín María Trucco, juramos…
¡Juramos vengarle!
Su venganza, y la nuestra, será el triunfo de su idea por
el bien de la humanidad.
Ni la persecución fascista, ni la guerra por entonces
incipiente, pusieron límite ni coto a nuestro juramento.
Nada podía, nada pudo, nada puede detenernos.
No depondremos armas, no concederemos treguas a los
adversarios, ni aún a nosotros mismos, hasta ver surgir la Fundación
Universal Hallesint.
Todas las trabas serán destruidas, todos los obstáculos
serán salvados, todos los pretextos serán anulados, todas las armas
adversarias serán vencidas.
El arma que más temen los hombres mediocres es "el
ridículo".
¡El ridículo no nos asusta!
Hemos medido nuestras fuerzas y las de los adversarios.
Somos tanto más fuertes que ellos, que podemos también ser generosos con los
derrotados de mañana.
Nuestra voz hoy es débil, pero no tímida; es como las
preces que se alzaban desde las catacumbas.
Nuestro calvario y nuestra fe nos permiten mirar el
porvenir con espíritu profético.
Ninguna idea concreta, ninguna propuesta práctica –en el
campo económico- se ofrece hoy a la humanidad, fuera del hallesismo.
La llamada ciencia económica ha fracasado por completo.
El capitalismo que representa al ahorro, agoniza; el
comunismo que representa al trabajo, no soluciona.
Solo el Hallesismo, enalteciendo la empresa, verdadero
espíritu creador, salva del capitalismo y del comunismo lo que, con la
empresa, hasta para reconstruir el mundo económico.
La empresa, tercer término del Trinomio Económico entre
el ahorro y el trabajo, concilia los dos adversarios, los hermana y los
funde en un abrazo fecundo de colaboración.
La guerra entre clases y naciones, tronchada en sus
raíces más profundas, privada de su perenne sustento –"la injusticia
económica"- será vencida, ya no por una nueva guerra, destructora y
sangrienta, sino por la paz, por la verdadera paz.
Y nuestra venganza será también la venganza de Italia.
Nuestra Italia disminuida pero no vencida, humillada pero no envilecida,
desfallecida pero nunca muerta triunfará espiritualmente en el corazón de
todos, por haber ofrecido al mundo la nueva palabra tan inesperada, la nueva
palabra de la paz económica.
¡Y el genio latino, otra vez alumbrará al mundo!