Trucco entendió muy pronto, que era urgente e
improrrogable encarar el problema monetario y solucionarlo, puesto que, en
caso contrario, su programa hubiera sido incompleto, antes bien, ilusorio.
El se dio cuenta de que aún cuando sea verdad que las
mercaderías se cambian con otras mercaderías, ya que la moneda después de
haber cumplido su tarea queda eliminada, es verdad, también que la moneda
funciona como medidora del valor, y por lo tanto si da medidas equivocadas o
variables en el tiempo y en el espacio surgirán necesariamente desigualdades
e injusticias.
El perfeccionamiento, pues, de la moneda medidora del
valor, era condición absoluta para el funcionamiento regular de la
organización comercial, que Trucco había concebido tan genialmente.
Sin embargo, tenemos que observar que este razonamiento
no podía, por sí solo, sugerir ninguna solución si Trucco, en un relámpago
genial, no hubiera ideado en 1915 una unidad monetaria mundial, como medio
de pago internacional, absolutamente diferente de cualquier moneda adoptada
o propuesta dondequiera, en el pasado o en el presente.
Cuando Trucco vió la exactitud de esta solución,se dedicó
con todas sus fuerzas, ya a la realización de ella, ya a su justificación.
La explicación científica fue hallada mucho tiempo
después -1932, N. Manetti Cusa: La Redenzione Económica. El Invariado
Monetario- mientras los símbolos Hallesint planeados por Trucco, como
pólizas de seguros monetarios tienen una fecha de nacimiento muy anterior
-1915, A.M.Trucco: La Separazione della Economía dagli Stati-.
La garantía de estos símbolos –excluyendo el oro, lo que,
en aquellos tiempos parecía paradójica herejía- se encontraba ya en una masa
de títulos nacionales; pero las modalidades de selección fueron concebidas
paulatinamente hasta llegar a la perfección del automatismo y del
descentramiento.
A.M.Trucco, cuando estuvo completamente enterado del
alcance arrollador de su gran reforma monetaria, se dedicó completamente a
la ideación y a la realización de su Fundación Universal Hallesint, de la
cual ya veía como actividad dominante la unificación monetaria, y como
necesidad y lógica consecuencia la unificación mercantil, que había sido su
rumbo inicial.
El había comprendido que la unificación del convenio de cambio
–unificación mercantil- no había podido realizarse, hasta entonces, no
porque la humanidad, ya tan adelantada en la ciencia jurídica, no supiese
idear perfectos convenios internacionales y nacionales, sino porque el
fantasma monetario –es decir la inestabilidad monetaria- hacía derrumbar y
desvanecerse cualquier tentativa. Cuando el peligroso fantasma fuera
ahuyentado, los cambios, no sólo en el espacio, sino, y sobre todo en el
tiempo, serían racionalizados inmediatamente con procedimientos de ordinaria
administración.