La concepción de la Fundación Universal Hallesint se
remota al 1893, y es debida al genovés Agostino M. Trucco. La gestación de
la primera idea y su evolución desde un consorcio mercantil internacional
hacia una Fundación Universal, requirió veinte años y tomó forma concreta y
práctica con la invención de los símbolos Hallesint: el cheque y el bono,
para el desplazamiento del valor, en el espacio y en el tiempo,
respectivamente.
El estatuto de la Fundación fue publicado por primera vez
en Roma, en 1933 (N.Manetti Cusa: Lo Statuto della Fondazione Universale
Hallesint) y hoy forma parte esencial del Plan Hallesint, promovido por el
Istituto per il Rinnovamento Económico, de Roma ofrece a todas las naciones
del mundo, sin consideraciones políticas, ni exclusiones.
La justificación teórica del Plan Hallesint se encuentra
en la Economía Racional, elaborada por los discípulos de A.M.Trucco.
Vamos a presentar a la consideración del lector, los ocho
artículos del estatuto, agregando un breve comentario de cada uno de ellos.
E ilustraremos, después, las consecuencias sociales que
lleva consigo la Fundación, que soluciona el actual problema económico
fundamental de la humanidad, y ofrece a todos los pueblos la justicia y la
paz económica, sin la cual no pude existir la verdadera, la bendita Paz.
Antes de examinar en forma detenida y analítica los ocho
artículos del Estatuto, demos una idea sintética de la Fundación, con la
intención de demostrar que nada de excepcional hay en su estructura, y por
lo tanto no hay que temer sorpresas ni acontecimientos imprevistos.
La Fundación, aunque sea un instituto completamente nuevo
en su actividad y finalidad, puede parangonarse perfectamente con otros
institutos similares que, sin embargo, tienen una actividad exclusivamente
nacional.
En efecto, por lo que se refiere a su actividad
financiera, no difiere en nada de un Banco cualquiera.
Si nosotros pedimos a nuestro banquero que transfiera en
el espacio o en el tiempo, una masa de valores monetarios, en el primer
caso, él hace uso de cheques –letras de cambio, giros, etc.- y en el
segundo, de bonos –pagarés, títulos, etc.-.
La Fundación también emite cheques y bonos que además
tienen una característica que no posee ningún cheque y bono de los bancos:
la de poder superar, traspasándolos, los límites políticos, por estar
expresados en una moneda de cuenta, de circulación mundial.
La diferencia entre la Fundación y los Bancos, no
consiste solamente en la circulación mundial –y no nacional- de los cheques
y de los bonos.
Los depositantes de los Bancos, no tienen ninguna
garantía de devolución de su dinero, en medida igual que al depositarlo, y
con igual poder de compra al retirarlo. Además, no pueden controlar adonde
va su dinero depositado, mientras que la Fundación, en todo instante está
lista para devolver el dinero que le habían entregado, en medida y poder de
compra inalterados, invirtiendo todo el dinero cobrado, en títulos de la
nación respectiva, quedando estos títulos, y los intereses obtenidos, en
garantía de los depositantes.
El superávit de la gestión –utilidades- la Fundación lo
devuelve a los mismos Estados donde se había producido.
La estructura jurídica de la Fundación, es muy parecida a
la de la Unión Postal Universal, puesto que toda la gestión queda confiada a
cada gobierno de la nación respectiva, y, como ocurre en la Unión Postal,
nunca hay transferencia de dinero de una nación a otra.
Naturalmente que, si una nación exporta más de lo que
importa, la diferencia, no siendo pagada con bienes presentes, tiene que ser
pagada con bienes futuros, y la Fundación ofrece sus bonos, que permiten a
los países exportadores exportar más y evitar las llamadas crisis de
sobreproducción, y a los países importadores, importar capitales en forma de
máquinas, materias primas, etcétera, para desarrollar sus recursos y
pagarlos con su producción venidera.
Hoy, esta compensación no sólo no se realiza, sino que
hasta parece imposible y absurda.
Es la Moneda Universal Hallis, ofrecida por la Fundación,
la que realiza el milagro.
La posibilidad de realizar préstamos internacionales, de
inmediato hace bajar la tasa de interés, con el extraño y favorable
resultado, de satisfacer al mismo tiempo al prestamista y al deudor.
Para darnos mejor cuenta de esta verdad, imaginemos un
pueblo en el cual no existe todavía ni un Banco. Sin duda los ahorristas
hacen préstamos, pero los empresarios tienen que aceptar las tasas de
interés que los ahorristas, frente al peligro individual de la insolvencia,
quisieran cobrar.
La usura domina entonces estos préstamos.
Si luego, en aquel pueblo empieza a funcionar un Banco,
se podrá constatar que los ahorristas se apresurarán a depositar su dinero
en él, conformándose con un interés muy reducido, mientras los empresarios
obtendrán los capitales que necesitan, pagando intereses más bajos de los
que antes les imponían los ahorristas.
Y todo eso se desenvolverá con satisfacción y beneplácito
de todos, sin que nadie acuse una pérdida, mientras el Banco ofrecerá
trabajo a sus empleados y utilidades a sus accionistas.
Por otra parte, una consecuencia económica muy importante
se manifiesta luego de iniciarse el Banco en sus funciones.
En efecto: los intereses bajos favorecen a las empresas,
que se desarrollarán en cantidad y alcance mayores, lo que significa mayor
prosperidad para todos.
Lo mismo, aunque en escala mucho más amplia hasta
convertirse en beneficio mundial, ocurrirá cuando la Fundación inicie su
actuación.
Por último, no podemos olvidar un alcance social muy
importante de la Fundación, debido a su automatismo.
Las sedes nacionales, y no las Naciones, cuando actuare
la Fundación, en el caso improbable, casi imposible, de quiebra de una
Nación, tienen el cargo colectivo de pagar los cheques emitidos por la
Nación en quiebra.
En este caso particular, que aún considerándolo casi
imposible, tenemos justamente que considerar, la Fundación actúa como una
mutual de seguros, en la cual se realiza una solidaridad automática entre
individuos aún separados por cualquier rivalidad o encono.
Por ejemplo: los asociados de una mutual de seguros,
contra el fuego han firmado un contrato, por haber encontrado muy ventajoso
sus cláusulas, para su propio interés, sin preocuparse de la eventual
adhesión de sus enemigos a la misma mutual.
Si se quemara la casa de uno de los asociados, sus
enemigos, en el primer instante, gozarán diabólicamente, si son ruines,
viendo avanzar las llamas; no obstante, al recordar, de inmediato que, por
estar asociados tendrán que participar en los gastos que demande el incendio
por perjuicios, se apresurarán a acudir, llevando toda el agua que puedan
¡para salvar la casa de su peor enemigo!
Esta solidaridad de origen egoísta, que sin embargo tiene
un alcance altruista, es una característica de la Fundación, y demuestra
cómo un mecanismo de naturaleza financiera, puede aportar al mundo una ayuda
de extraordinaria importancia social.
El plan Hallesint es hoy el único plan que ofrece la
solución del actual problema económico internacional.
En verdad, para hacer esta afirmación en forma exclusiva
y terminante, tenemos que acabar con un competidor lleno de altivez y
altanería, y también de dinero, mientras carece de cualquier importancia
práctica y de justicia económica frente al problema planteado.
Un acontecimiento, sin duda muy importante, en el campo
financiero, económico y político ocurrió en 1944 en Bretton Woods, donde se
estipuló un convenio internacional, ratificado por muchísimas naciones, al
grito de arriba la democracia internacional.
Pero ese grito no es justificado.
Ante todo Argentina, Suiza, etcétera no participan.
Alemania está fuera de cada discusión, el Japón es casi inexistente y Rusia
adhirió pero no pagó su cuota, y no actúa.
¡Se empieza mal! Sin embargo, hay algo más. Las naciones
adheridas no tienen paridad de derechos: ellas disponen de unos votos,
crecientes con el moto de sus participaciones respectivas.
Estas cuotas, por otro lado, no son muy homogéneas. Por
ejemplo; Islandia tiene una cuota, Luxemburgo 10, Sud-Africa 100, Australia
2000, etc. ¡hasta Norte América con 2.750!
El convenio de Bretton Woods, muy reciente, quiere emular
a la Fundación, que tiene una ancianidad de medio siglo ¡Pero cuanta
diferencia!
Sobre la unidad monetaria, Keynes, que representaba a
Inglaterra, siguiendo las directivas hallesistas, pero estropeándolas por no
entenderlas, propuso una moneda de cuenta: el Bancor, que no fue aceptado,
porque Estados Unidos impuso el dólar-oro de 1944.
La Fundación, por el contrario, ofrece una moneda de
cuenta, sin vinculación particular a ninguna moneda actual, ni a ningún
metal, y cuyo valor es confiado al mercado mundial, lo que representa la
mayor estabilidad concebible.
Bretton Woods, estableció que las naciones tuvieran firme
el valor de sus monedas, y no consideró la realidad, en la que este valor
varía ¡sin pedir nunca ninguna autorización a los gobiernos!
Los gobiernos tienen que seguir la devaluación, sin
referencia a la firmeza imaginada en Bretton Woods, como ocurrió recién en
Inglaterra, o bien como ocurre hoy en Estados Unidos, que afirma que el
dólar mantiene invariado su valor ¡mientras los ciudadanos constatan que el
dólar ha perdido ya la mitad de su poder de compra!
Como la Fundación lo había propuesto muchos años antes,
en Bretton Woods fueron ideados el Fondo monetario y el Banco mundial, que
querían plagiar a la Fundación Hallesint en su característica de emisión de
cheques y bonos.
Pero, como el Bancor no tiene circulación alguna, así
mismo el Banco mundial no ha alcanzado ninguna importancia en las finanzas
mundiales.
¿Qué puede hacer un Banco con un capital; tan reducido
–frente a sus tareas- y que, según su estatuto, no puede hacer en total, más
operaciones, incluidas las garantías, que por un importe doble de su
capital?
¿Y cuáles serán las tasas de interés, si sólo para dar su
garantía, el banco puede cobrar 1,5% más en su favor?
¡Cuánta diferencia con los bonos Hallesint, que siendo en
moneda universal, mejor que el oro, y reembolsables a la vista, tendrán
tasas de interés alrededor del 1%!
Los artículos del convenio de Bretton Woods son
expresados en forma absolutamente desprovista de elegancia contractual: Hay
un fárrago de cláusulas minúsculas y llenas de remiendos, continuas
llamadas, distinciones, subdivisiones, sutilezas, casos, excepciones y
graves ambigüedades.
El convenio hace alarde de una gran preocupación de
justicia internacional; sin embargo, es claro para todos que el mando estará
siempre en manos de una minoría todopoderosa.
El Estatuto está redactado en muchas páginas, en forma
tan confusa, que nadie puede admitir que aquel convenio pueda solucionar un
problema de naturaleza y alcance universal.
¡Cuánta diferencia con los ocho artículos del Estatuto de
la Fundación Hallesint, claros, objetivos, imparciales, rigurosos y
terminantes!
Estas notas críticas sobre Bretton Woods aparecieron en
mi folleto El Plan Hallesint –The Hallesint Plan- que envié a Mr. Eugéne
Black, president of International Bank –creado en Bretton Woods- el más
poderosos Banco del mundo, pidiendo que a su vez hiciera la crítica del Plan
Hallesint.
Mr. Black contestó con fecha de 26 de septiembre de 1951:
"Querido señor N. Manetti Cusa. Quiero agradecer la carta
de usted del 5 de agosto y las copias del folleto The Hallesint Plan que
usted tuvo la amabilidad de enviarme."
"Dichas copias han sido entregadas a los integrantes de
la plana mayor del Banco para su examen detenido".
Yo estaba tan seguro que este "estudio detenido" tenía
que concluir en sentido absolutamente favorable, que volví a escribir a Mr.
Black proponiendo, sin más, que estudiara la transformación del
"International Bank" en la "Fundación Universal Hallesint".
Mr. Black contestó, con fecha 7 de enero de 1952:
"Querido señor N. Manetti Cusa: Gracias por su carta del 7 de noviembre. El
Plan Hallesint ha sido estudiado, en forma detenida, por los integrantes de
la plana mayor del Banco.
"Yo estoy conforme con las conclusiones de ellos, es
decir, que por la naturaleza de su propuesta, la propiciación del plan iría
más allá de la actividad normal del Banco".
¡Si los integrantes de la plana mayor del Banco, después de un estudio
detenido no han logrado descubrir una falta en el Plan Hallesint, y el
presidente del Banco me escribe personalmente contestando a una invitación,
que era como un desafío, casi justificándose, puedo quedarme satisfecho!