Me había negado durante años a hacer "un partido político", no quería ser parte de la misma basura que estábamos tratando de limpiar, y digo basura con toda la convicción y justificación del caso, pero (si
empre hay un pero) unos amigos, después de mucho insistir, me convencieron que debía fundar un partido "porque la gente lo entiende mejor" y porque "además todos te van a ayudar y se van a integrar... (¡! ¿?)

Visitando al Dr. Otaño Piñeiro aprendí mucho. Hablamos de manera muy amable, siempre tratando de desalentarme en la idea de hacer un partido político por la imposibilidad de la convocatoria, etc.me dijo, como ya sabemos muchos de nosotros -de que los partidos políticos en realidad son sellos de goma- y que éstos no reunen ni el 50% de los fiscales de mesas que necesitan para un acto eleccionario -mesas 86.000 en las últimas elecciones-. Además me impresionó, algo que jamás había visto en toda mi vida de deambular por oficinas, tanto públicas como privadas, que su escritorio tenía una parva -montaña sería mejor- de papeles de todo tipo que era de toda la superficie del escritorio por unos 50 a 60 cms de alto, algo descomunal, impresionante y vergonzoso, pero la función pública es así, ya lo sabemos, pero no es justificable. Por supuesto que nada conseguí, excepto hablar.