Avance en el Rol de Vecino -por Mauricio Jorge Yattah-
Todo cambia, nada se mantiene igual, pero la ilusión que tenemos es que podemos parar, algunas veces, esta vorágine que nos obliga a estar siempre «cambiando», siempre «adaptándonos», siempre tratando de ser «los mismos» cuando jamás podremos ser igual al que fuimos unos instantes antes del momento anterior al que estamos pensándolo.
Y también los roles de las personas cambian continuamente en su relación a la comunidad, a sus deberes y obligaciones para con el estado y a cómo debemos amalgamarnos, articularnos, con los otros vecinos, semejantes, pero no iguales.
También, otro asuntillo, es la visión que cada uno de nosotros tiene respecto a cada cual, y éso es algo muy serio a considerar. Veamos.
El funcionario público político actual nos ve, antes que nada, como contribuyente. Somos un contribuyente obligado. Debemos aportar a los presupuestos públicos a través de impuestos, tasas y contribuciones, todas con fuerza de «ley». Hoy esta situación es «ance» retroactiva cuando va a favor de las arcas públicas, aunque la ley diga lo contrario: que ninguna carga pública puede ser retroactiva a la norma que la impone. Y también está obligado «el contribuyente obligado» a ¡¡anticipar impuestos!! caso los adelantos de ganancias, aunque uno esté en default, stand by, o absolutamente quebrado.
Otro rol es el de ciudadano de trabajo y estudio, «un tipo» que se dedica a lo suyo construyendo desde su propio lugar aportando al patrimonio propio pero fundamentalmente, y aunque no se note tanto, al patrimonio de la humanidad, del país, de su comunidad inmediata.
Este/a ciudadano/a tiene conciencia de sus responsabilidades con la vida, con su presente, con su futuro y con las necesidades presente y el futuro de los suyos, así lo comprende, y actúa cotidianamente, creciendo, buscando superarse, arriesgándose en cada decisión que toma.
La tercera opción, aunque habría muchas más, es la de Soberano/a.
El Soberano es un ciudadano de trabajo y estudio que comprende, un poco más allá de su aporte cotidiano para su propia subsistencia y progreso, comprende la importancia que tiene el universo, el campo social en el cual vive y decide participar.
Hoy ¿cómo cambiaron las funciones y responsabilides del Soberano con la puesta en marcha de la ley 1777 -Ley de Comunas-?
Hasta la promulgación de la 1777, septiembre de 2005, el ciudadano votaba una vez cada 4 años y literalmente podía «lavarse las manos» respecto a su compromiso y participación en el quehacer de gobierno de su pueblo/ciudad, provincia o de la nación. Dejaba, por ser un sistema de gobierno de representación, todo en manos «del político» que ganaba sun puesto en algún lugar de la función pública, un cargo electivo.
Así, la democracia de representación nos permite decidir pero nos inhabilita a actuar ya que la Constitución Nacional claramente dice en su art.22: «El pueblo no delibera ni gobierno, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta constitución...».
Hasta aquí, «el soberano»: el pueblo, cada uno de nosotros, debería tener la boca cerrada, y ni soñar con «gobernar». Algo que choca una y un millón de veces y a diario con la realidad que vivimos, y sentimos.
Desde «la primavera» del 2005 el rol del Soberano cambió en la Ciudad de Buenos Aires, y cambió muchísimo. Por mandanto constitucional -art. 1- de nuestra constitución citadina -hoy con rango de «provincia»- tenemos los mecanismos para la participación directa en el gobierno de la ciudad.
Soberanos, seguimos siendo, pero EL ROL cambió radicalmente.
Primero: no se vota cada cuatro años, se vota, si uno quiere, todos los días en todas las cosas que nos interesen o creamos importantes.
Segundo: no es tanto «un voto en una elección» sino que el esquema institucional ha avanzado hacia «tomar decisiones» directamente en los asuntos que nos conciernen como vecinos y actuar.
Tercero: antes y después de «cada decisión pública» tenemos una responsabilidad directa con acciones anteriores y posteriores a la misma, fundamentalmente, acciones que hacen a saber de qué se trata, a debatir respecto de lo qué se trata, y a consensuar, compartir, intercambiar opiniones y formas de pensar y de hacer con otros vecinos, sean del llano o que cubran algún cargo público, respecto a las cosas que consideramos importantes y nuestras de «los asuntos de qué se trata».
La Ley 1777 va a tener su importancia histórica en tanto y en cuanto cada vecino comprenda profundamente, y llene conscientemente, su parte del contrato social multiforme y multifacético y continuo al que nos habilita la ley y que debemos asumir con total responsabilidad cívica, llenando los espacios sociales, institucionales y políticos con nuestra Participación y compromiso.
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